Roma, la perrita ca de bestiar y bretona junto a Cati Gomila. | M. À. Cañellas -

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La hija de María Jesús Gomila le regaló hace dos años una perrita ca de bestiar y bretona con un mes y medio de vida, Roma. María Jesús había enviudado y su hija creyó que necesitaba un perro grande para que la cuidara y guardara la casa. En ese momento María Jesús estaba muy bien físicamente y la perra le hacía mucha compañía. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, su estado de salud ha dado un giro radical y ya no puede hacerse cargo de Roma.

«Es una perra maravillosa, el problema es que me rompí el hombro derecho, porque me caí a plomo y me tuvieron que operar dos veces. La primera vez me pusieron once tornillos y una placa y luego me volvieron a operar porque no ‘quedé bien’, por lo que no puedo hacer esfuerzos», explica María Jesús. Tiempo después tuvo una peritonitis porque le reventó el intestino grueso: «Estuve a punto de morir, en la UCI». Sobre todo esto, se sumó otro factor, cogió una pulmonía y del esfuerzo de toser se le rompió una costilla que tiene que sanar sola.

Todo esto en conjunto ha hecho que el médico prohíba a María Jesús seguir teniendo a Roma, ya que es una perra de tamaño mediano, cazadora y con mucha fuerza. En su situación, no puede hacerse cargo de ella de manera apropiada aunque su casa cuente con un gran patio donde el animal puede correr.

Aquí es donde empieza la odisea de su dueña, que lleva semanas intentando dejar a Roma en un sitio adecuado. La primera opción fue hablar con una conocida suya que trabaja en el Ayuntamiento y que la puso en contacto con la presidenta de SOS voluntarios de Son Reus, Nieves Martín. Sin embargo, le dijo que en Son Reus «estaba todo saturado». Por ello, le recomendó hablar con Natura Parc: «Me dijeron que no aceptaban perros de Palma sólo de pueblo, pero que igualmente estaban saturados». «He llamado también a refugios para que la tengan al menos durante un mes pero me han dicho que hasta el 15 de enero no la pueden tener».

Por el momento, dada la delicada situación de salud de María Jesús, su hermana Cati la está cuidando y ayudando con la perra, pero es sólo un parche porque «ella vive en otro sitio, no se puede hacer cargo». Pese a que sigue buscando un sitio temporal para Roma, con la ayuda de Nieves, el médico lo ha dejado claro: «No queda más remedio que la adopción, no puedo cuidar de ella». Su único deseo es «que la adopte una buena familia y que la quiera como yo», añade emocionada.