«La principal característica que define al humor gallego es la retranca, una forma de sarcasmo muy particular», explica. | R.S.

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La más fina ironía asoma por las costuras de sus chascarrillos, en los que se ríe de los aspectos más insospechados de la vida. Habla sin tapujos, pero a diferencia de otros cuya honestidad verbal escandaliza la timorata opinión pública, Pablo Meixe no ofende a nadie. La irreverencia no forma parte de su abc. Este gallego, que pasará por Rívoli Aficine sujeto al cartel del FesJajà, demuestra que se puede hacer buen humor sin desafiar la dictadura de la corrección política. Su espectáculo se titula ¿Quién aguanta esto?, y ha sido creado para empatizar con las pequeñas situaciones cotidianas que terminan por sobrepasarnos.

¿Cuáles son las lineas maestras de ‘¿Quién aguanta esto?’?
Es un show que se centra en hechos cotidianos que nos llaman la atención, en los que no solemos ahondar y pasamos por alto.

¿El buen humor debe ser sanador, escapista o reflexivo?
Vaya, nunca lo he pensado. Te diría que entre sanador y reflexivo.

¿Qué inspira su comicidad?
Un poco las cosas que veo por la calle, aquello que nos pasa a todos, como te tratan en la peluquería y cosas así que luego plasmo en monólogos.

Más allá de su característica retranca, ¿qué elementos caracterizan al humor gallego? Y, por otra parte, ¿existe el humor gallego como etiqueta localista?
Sí, sin duda, creo que cada región de España tiene su propia forma de entender el humor. La principal característica que define al humor gallego es el estereotipo de la retranca, que es una forma de sarcasmo con una esencia muy particular.

En general, el fracaso y la desdicha conectan mejor con el público que el éxito y la felicidad. ¿No somos un poco masoquistas?
(Risas) Puede ser. Las cosas en las que nos sentimos más vulnerables son aquellas con las que resulta más fácil hacer comedia.   

Carlos Faemino decía que ‘la corrección política es la muerte de un pueblo’, ¿es más fácil herir susceptibilidades que antes?
No necesariamente, yo he conseguido abrirme paso a base de humor blanco, los temas sensibles los abordo con un toque humano.

¿Le inquieta sufrir el sindrome ‘Dave Chapelle’ y desaparecer víctima de la presión de la fama y sus demonios?
No, para nada. Creo que hacerte más sensible te ayuda a crecer.

¿Cree en el poder del humor, en su capacidad para transformar la sociedad y modificar opiniones?

Creo que nos hace descubrir y sentenciar que algunas cosas que pensamos son ciertas.

¿Es usted de los que va por la vida con una maleta llena de 'porsiacasos'?
Tampoco demasiado, intento tomarme los fracasos a la ligera; no suelo tener ‘plan B’.

¿Pablo Meixe es más de Los Morancos, Faemino y Cansado o Ricky Gervais?
Era mucho de Ricky Gervais hasta que hizo aquel show sobre la comunidad trans, desde entonces se me ha caído el ídolo. Soy muy fan de Raúl Cimas y de Sílvia Abril.

¿Alguna vez se ha quedado en blanco?
Sí, muchas veces. Cuando sucede, te tienes que abrazar a ese ‘fracaso’ y cambiar de tema. Suelo dirigirme a alguien del público y le pregunto ‘¿Oye, qué estaba diciendo?’, y luego pido un aplauso para el apuntador.

¿Humor y política son un matrimonio bien avenido o conviene separarlo?
Creo que se puede hacer, es un buen ejemplo de libertad de expresión.

Decía Bob Hope que ‘el humor inteligente le saca partido a las contradicciones de la vida’, ¿comparte su opinión?
No conocía la cita, pero estoy bastante de acuerdo. En la vida hay contradicciones e incongruencias muy divertidas.