Con esfuerzo y tesón, Miquel ha logrado consolidar su marca en la capital japonesa.

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En una pequeña y vetusta vivienda de dos plantas, la antigua floristería del barrio de Meguro, en Tokio, ondea cada día la bandera mallorquina. Allí se encuentra Bar&Deli El Rosselló, una aventura emprendida hace ya casi siete años por el alaroner Miquel Rosselló que, con esfuerzo, trabajo y persistencia, ha logrado consolidar su marca en la metrópolis japonesa. «Abrir un spanish tapas bar no era mi idea. No fue cosa de suerte, sino mucho esfuerzo y encontrar a la persona indicada en el momento adecuado. Cada día es una anécdota distinta: siempre sabes cómo empezará el día, pero no sabes cómo acabará», explica Miquel Rosselló.

Miquel estudió Publicidad y Relaciones Públicas en Barcelona; se especializó en gestión de hostelería; se marchó a Londres para perfeccionar su inglés y llegó a Osaka el 16 de octubre de 2012. Los primeros años en Japón no fueron fáciles. «Nunca me ha costado adaptarme, pero aquí todo es muy diferente. El primer año fue duro: no estaba acostumbrado a la hostelería japonesa. No trabajan 24 horas al día, sino 36. Aquí la cultura del trabajo es estricta. Mi padre siempre me decía: «Miquel, és que t’has anat a n’es pais on fan més feina del món»», recuerda Rosselló, que incide en la importancia de aprender el idioma y relacionarse con los locales. «Debes salir y convivir con ellos, intentar comunicarte en japonés, aunque no te enteres de nada. Sin darte cuenta el idioma se queda: ahora hablo japonés perfectamente».

Después de trabajar un año en un bar español en Osaka, llegó ‘la persona adecuada’. Miquel conoció a Kenji, un inversor japonés apasionado de la cultura y la gastronomía española. Hicieron buenas migas y juntos abrieron hasta cuatro restaurantes. «Siempre voy a estarle agradecido», explica Miquel que, con la experiencia ganada, decidió emprender su propia empresa. Y el 9 de marzo abrió El Rosselló. «Para mí fue una gozada: era el resultado de cuatro años de mucho trabajo. Pero, en general, si alguien se cansa de estar en su país y quiere montar un restaurante en Japón, se puede olvidar. Te piden mil cosas. Son muy estrictos con la ley y la inmigración», afirma el restaurador.
El Rosselló es un bar dinámico, de estilo moderno e ideal para el hashigo, la costumbre japonesa de pasar la tarde de izakaya en izakaya.

«Estar en un restaurante escuchando flamenco, en silencio y viviendo en el año 1940 de la España profunda, no es mi estilo. A mí me gusta el espíritu de bar: que la gente hable fuerte, ria y se comunique. La mitad de gente que viene ha estado de viaje a España, y quieren recordar esa experiencia. Siempre dicen que el ambiente es fenomenal, que les recuerda a sus viajes», explica Miquel, cuya clientela está compuesta en su mayoría por japoneses.

Sus top seller son la paella; el set de croquetas, de jamón ibérico de bellota, tinta de calamar y champiñones; la tortilla; sus callos a la mallorquina, o sus variadas recetas de conejo, «les impacta, porque aquí es una mascota. El 80 por ciento de género lo importo desde España. Y también les gusta mucho el vino, en la carta tengo 28 referencias. El espacio es único en Tokio: ofrezco una carta diferente y moderna, un bar de tapas español que no es rancio ni folclórico», concluye Miquel, a la vez que destaca el apoyo incondicional que ha recibido por parte de su familia y amigos.