Imagen compartida en redes sociales por TVI. | TVI

TW
0

Con toda pompa y boato, Portugal, que es república desde 1910, celebró este sábado en el Palacio Nacional de Mafra la boda de la infanta Maria Francisca, hija del duque de Braganza, con el abogado Duarte de Sousa, en el primer «casamiento real» que se vive en el país en casi tres décadas. Las inmediaciones del palacio amanecieron hoy adornadas con banderas de cuando Portugal era una monarquía, de color blanco y azul, con un escudo rojo en el centro. La actual es verde y roja con un escudo en el medio. Unos 1.200 invitados se dieron cita en la boda del año en Portugal, que fue transmitida en directo por televisión. Poco a poco los convidados fueron llegando después del mediodía a la basílica del palacio de Mafra para asistir a la ceremonia que comenzó poco después de las 15.00 hora local (14.00 hora GMT).

Entre ellos hubo políticos lusos como el presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, el alcalde de Lisboa, Carlos Moedas, o el expresidente de la Comisión Europea y exprimer ministro de Portugal, José Manuel Durão Barroso. También estuvieron este sábado en Mafra, 40 kilómetros al noroeste de Lisboa, miembros de casas reales europeas y aristócratas, aunque no acudió ningún representante de la española, que hoy celebró la jura de bandera de la princesa Leonor en la Academia Militar General de Zaragoza (España). Algunas de las personalidades que sí asistieron fueron Maria Vladímirovna Románova, duquesa de Rusia e integrante de la dinastía Románov; la princesa Alejandra de Baviera, y la princesa Isabel de Liechtenstein y el príncipe Felipe, entre otros.

Como manda la tradición, el novio, de 31 años, llegó solo a la basílica más de media hora antes que su prometida y posó ante los medios visiblemente nervioso. Poco a poco fueron llegando los familiares más cercanos de la infanta Maria Franscia como su madre, Isabel Herédia, y su hermano pequeño, Dinis, seguidos minutos más tarde del primogénito y quien sería el heredero de su padre, Afonso de Santa Maria. La novia, de 26 años, llegó en un carro tirado por caballos blancos acompañada por su padre y duque de Braganza, Duarte Pio, quien la acompañó al altar. En las inmediaciones del Palacio Nacional de Mafra, se concentraron centenares de curiosos que no quisieron perderse «la primera boda real» en Portugal en 28 años: la anterior fue la del duque de Braganza e Isabel Herédia en el Monasterio de los Jerónimos en Lisboa el 19 de mayo de 1995.

Duarte Pio es a sus 78 años el eterno heredero al trono en un país que es república desde 1910, cuando Manuel II fue depuesto tras varios años de inestabilidad política. A pesar de que el dictador António de Oliveira Salazar permitió a la familia real lusa volver del exilio en los 50 no confió en Don Duarte Pío como sucesor, como sí ocurrió en España con Franco y Juan Carlos de Borbón. Entre los portugueses que se aproximaron este sábado a ver el evento en Mafra había opiniones diferentes sobre la monarquía. María, una jubilada de 70 años, indicó a EFE que ella había venido expresamente por la boda, porque es vecina de la familia de Duarte Pio en San Pedro, en la zona de Sintra. «Son personas muy sencillas que intentan vivir con normalidad», comentó esta mujer, quien aseguró que «aprecia mucho la monarquía por sus valores» y porque cree que pueden ayudar.

De una visión opuesta es Ana, una vecina de Mafra de 56 años, que se acercó este sábado al palacio nacional para curiosear, ya que se confiesa republicana. «Hemos venido aquí a ver el movimiento, pero no estoy muy acuerdo con los casamientos reales, me gusta la República», afirmó Ana, quien consideró que una monarquía «es mucho gasto, el pueblo es muy pobre y la diferencia es grande». «No creo que sería bueno regresar a la monarquía», zanjó. En los alrededores del palacio, con motivo de la boda, se instalaron varios puestos de artesanía y grupos folclóricos se dedicaron a bailar.

Lo mismo ocurrió la víspera, cuando la pareja de novios agasajó a sus invitados con una especie de festival de la cultura de Portugal, ya que a la infanta Maria Francisca, también duquesa de Coimbra le gusta danzar, como admitió en una entrevista con EFE esta semana. De hecho, después de la boda, los novios salieron a la explanada fuera del palacio para repartir tarta de boda entre los vecinos del pueblo, en una celebración paralela a la de los invitados en la que también hubo otro pastel.