El pasado domingo estuvieron en las dependencias del Llar Kurt, del polígono. | Click

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El domingo, entre las diez de la mañana hasta, aproximadamente, la una del medio día, cuatro miembros del grupo solidario Barbers Angels estuvieron cortando el pelo y arreglando barbas a las personas acogidas en el Llar Kurt, sito a un tiro de piedra del edificio Asima, en el Polígono. Nos referimos a Susanne Willer, Detlef Spohr, Hakim Bourass y Toñy Gomila, esta recién llegada del Waken Open Air, el festival internacional de heavy metal, celebrado en la localidad germana de Waken, donde, y también de la mano de Barbers Angels, estuvo cortando el pelo a las principales figuras del rock, de lo cual, en su momento, os informamos ampliamente. Un quinto miembro del grupo, a la vez presidente del mismo, Marcus Schmitt, se había desplazado a Ibiza, también a cortar pelo de forma solidaria.

Volviendo al Llar Kurt vimos que los cuatro Barbers Angels llegaban con las ideas muy claras, ya que, mientras uno de ellos, Detlef, se dedicaba a hacer fotos del trabajo de sus compañeros para incluirlas en el dossier de la asociación, y otra, Susanne, escoba y recogedor en mano, barría el cabello que caía al suelo, los otros dos cortaban el pelo, ya bien al cero, o como les pidieran los que, uno tras otro, se iban sentando en cada una de las dos sillas, a la vez que también arreglaban las barbas a gusto de sus propietarios. El servicio, según pudimos apreciar, era rápido, y el final muy estético. Y si se llevaba a cabo en el interior de las instalaciones del Llar Kurt fue debido a las cuatro gotas que cayeron a primera horas de la mañana, lo cual dio lugar a pensar que el día podría ser lluvioso y... Pues que, por si acaso, la peluquería se instaló a cubierto. ¡Y todos contentos!

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Ellos son Detlef Spohr, Toñy Gomila, Hakim Bourass y Susanne Willer.

Cuentan sus experiencias...

«Aparte de que no les cuesta nada el servicio que les damos –nos decía Toñy Gomila–, nuestra satisfacción es verlos felices. ¿Que nos quieren contar algunas de las experiencias de su vida…? Pues lo hacen. Y nosotros, encantados de que lo hagan. Y si con ello se desahogan, pues mejor. Cada uno tiene su vida, su historia… De verdad que son muy buena gente».

Entre los ‘clientes’ de Toñy está Manuel Galeote, que lleva consigo las 24 horas del día el aparato de oxígeno unido a su nariz por un fino conducto de plástico de color claro, obligado por el EPOC Gold –el más extremo de todos– que padece. «Primero –dice– lo llevaba durante medio día, pero como el EPOC se ha ido complicando, lo llevo conmigo todo el día. Vamos, que ni para dormir me lo quito. Y es que en esta vida todo es cuestión de acostumbrarse, que si no...».

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Arreglaron algunas barbas.

Manuel, que confía en que pronto le van a trasplantar un pulmón, con lo cual no será necesario llevar siempre consigo el aparato, contaba que durante 25 años fue ‘pistolero’, aclarando que lo de ‘pistolero’ era porque pintaba y lacaba puertas y paredes con un ‘pistola’ a propósito y… «Pues que he pagado con mi trabajo, perjudicando con la pintura mi pulmón derecho que, como digo, espero que pronto me lo trasplanten». Pese a ello, Manuel echa una sonrisa a la vida, quitando importancia a lo que tiene, y manteniendo la esperanza de que pronto dejará de padecer por ello.

Dar y recibir felicidad

«El problema –nos dice Toñy, refiriéndose al grupo de Barbers Angels– es que ahora somos pocos. Por lo que desde aquí hacemos una llamada a los compañeros de profesión, a los que les pedimos que se apunten, que sean también Barbers Angels, y que dediquen unas horas de su tiempo libre a la solidaridad. Por ello no van a ganar nada material, pues ninguno de nosotros cobra ni un céntimo por el trabajo que hacemos, incluso nos pagamos los desplazamientos y los gastos que se generen por lo que hacemos. Pero nos sentimos bien pagados viendo la satisfacción que le llevamos a estas personas por el simple hecho de cortarles el pelo y/o arreglarles la barba, a la vez que algunos nos cuentan sus vivencias. Por eso lo hacemos, porque nos damos cuenta de que al verse con el pelo cortado y la barba arreglada, esas personas recuperan, como mínimo, la autoestima, y algunos hasta la dignidad perdida. Por eso pedimos a los compañeros que sean Barbers Angels, que sacrifiquen unas horas de su tiempo libre, y que regalen felicidad a cambio de recibir felicidad».

Y es que, como bien dice el lema de Barbers Angels, juntos estamos menos solos. La prueba de que es así, la tuvimos anteayer, en el Llar Kurt, donde, dicho sea de paso, el lugar merece un estudio sociológico, sobre todo por lo mucho, y bueno, que aportaría a la sociedad escuchando a las personas que viven en él.