Una de las embarcaciones que formaron parte de la última edición de la Regata Clàssics. | NICO MART͍NEZ.

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El Museu Marítim de Mallorca ha sido este miércoles el escenario de la presentación de la XXVIII Regata Clàssics Illes Balears, organizada por el Club de Mar, que este fin de semana se convertirá en un verdadero museo flotante. Más de treinta barcos clásicos y de época participarán en la prueba, que abre la temporada de vela clásica en el archipiélago. Con 130 amarres menos en el Club a causa de su reforma integral, cuyo final se proyecta en la segunda mitad de 2024, la logística ha sido todo un reto.

«Estamos metidos en un gran proyecto, una vorágine de obras, y no hemos dejado de organizar ninguna Regata Clàssics, porque su espíritu de tradición nos representa. Para el Club de Mar es un honor contar con estas embarcaciones, queremos felicitar a sus armadores y agradecer a los trabajadores del Club su labor», declaró el director general del Club de Mar, José Luis Arrom, acompañado ayer por el comodoro del Club, Manuel Nadal.

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De este manera, este jueves se dedicará a la inscripción y recepción de los participantes que, entre navegantes y staff, suman alrededor de 400 personas. Según explica Arrom, el impacto económico de la prueba en la Isla oscila un millón de euros, «la mayoría de participantes se hospedan en hoteles del Passeig Marítim. Algunas embarcaciones llegaron la semana pasada y otras se quedan unos días más, hasta enlazar con las regatas de Maó o Pollença», añadió Arrom. Esta regata costera, que forma parte del Circuito del Comité Internacional para el Mediterráneo, así como de la Copa de España de Vela Clásica y del Trofeo Clásicos Mare Nostrum, contará con tres jornadas de competición, con uno o dos recorridos diarios en la bahía de Palma de entre siete y veinte millas, dependiendo de la meteorología.

Las naves estarán divididas en dos clases: de época, anteriores a 1950, y clásicos, botados entre 1950 y 1975. Además, participarán embarcaciones en las clases RI Clásicos y Espíritu de Tradición, diseñadas para aquellos barcos antiguos a los que se les ha hecho alguna modificación. Entre las naves participantes destaca Barbara, un velero de dos palos de bandera italiana que cumple sus cien años de vida marinera. El barco decano será el Grayling, botado en Inglaterra en 1900, y recuperado por Rafa Carrió tras dos décadas de abandono en un puerto deportivo valenciano. No faltará el Gipsy 1927, de la Fundación Vela Clásica de España, que realizó funciones de espionaje en la Guerra Civil. Otro barco con un pasado espía es la goleta So Fong, botada en Hong Kong en 1937, y que permaneció presa en Vietnam acusada de espiar para los Estados Unidos durante el conflicto entre ambos países.

En esta ocasión, las embarcaciones estarán situadas en las inmediaciones de las oficinas temporales del Club, en el muelle número siete. «Esperamos que dentro de seis meses el Club de Mar tenga otra visión. Las obras marítimas concluirán entre diciembre y enero. Y la edificación, que empieza a emerger tras tres años de obras, esperamos concluirla en un año. En el verano de 2024 esperamos tener las obras terminadas y empezar con el ciclo de inauguraciones donde, por supuesto, va a caber una Regata Clàssics bastante especial, en la que ya estamos trabajando», concluyó Arrom.