Incendio en el centro de Grecia. | Efe - IKONOMOU VASSILIS

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Sequías acuciantes de larga duración, una mala gestión del suelo y el incremento de temperaturas, entre otros factores, catalizan los incendios forestales en España, donde en los últimos siete meses se han contabilizado 16 grandes incendios, es decir, 9 más que la media del decenio. ¿Son los fuegos cada vez más incontrolables y destructivos?.

También, en este cálido verano, una oleada de incendios forestales asola la cuenca del Mediterráneo, con llamas aún fuera de control en zonas de Italia, Grecia y Túnez dejando decenas de víctimas, miles de hectáreas calcinadas y la evacuación de numerosas localidades. Para Víctor Resco de Dios, profesor de Incendios y Cambio Global en la Universidad de Lleida con los fuegos actuales entramos en una nueva realidad: «Son incendios casi imposibles de apagar y que pueden arder durante más de una semana» resultado de masas forestales continuas, sin gestión o abandonadas, y sin apenas disrupción por campos agrícolas.

En 2022 en España, una de las zonas de Europa más proclive al riesgo de sufrirlos, el fuego arrasó 268.000 hectáreas de monte, más de tres veces la superficie media quemada en los diez últimos años, cifra que da una idea de la creciente virulencia, frecuencia y severidad de los incendios, según datos del Ministerio de Transición Ecológica.

El experto ha hecho hincapié en la necesidad de un cambio de la política forestal, quizá ya no para este año, pero sí de cara al futuro, para adaptarla a la realidad que nos imponen el cambio climático y los incendios, y tratar de conseguir que el problema de los megaincendios en 2024 sea menos grave. Más que lo que ocurra este verano en sí, «lo importante es la tendencia en la que estamos imbuidos», y que ha propiciado que en los últimos 6-7 años, y aunque es poco tiempo, un ascenso considerable de la superficie quemada, porque ahora los incendios queman con mayor intensidad.

«El hecho de que esta campaña, por ejemplo, se queme poco, no sería una buena noticia, lo que no se ha quemado este año acabará al año que viene», ha lamentado el profesor. Resco ha abogado por una política forestal multifuncional, centrada en los incendios y en las personas, sin olvidar cómo generar y mantener paisajes seguros, resistentes al cambio climático y a los incendios, que almacenan carbono, protegen de la erosión y albergan biodiversidad, en un contexto de emergencia climática.

En este punto, ha recordado que la política forestal de los últimos años ha venido dictada por la conservación, y, a su juicio, ha fracasado: Lo que nos dicen los ecólogos es que un monte poco gestionado, en pro «de una supuesta diversidad», la biodiversidad disminuye y como consecuencia aumenta el riesgo. Esta es «la paradoja de la protección», cuanto más protejamos los paisajes, esto es, cuanto más los excluimos de las actividades humanas, más aumenta la probabilidad de sufrir un megaincendio, ha hecho hincapié Resco para quien, a día de hoy, el principal gestor de nuestros montes es el fuego.

Ha explicado que en numerosas ocasiones el problema de los fuegos se atribuye únicamente al cambio climático, pero este no es determinante, aunque favorece la propagación de las llamas y alarga la temporada: «El cambio climático es una alerta para actuar con mayor rapidez, un catalizador de los fuegos».

Resco se muestra preocupado por el «colapso» en extinción con situaciones cada vez más duras para bomberos y agentes forestales como el aumento del combustible disponible, episodios de mortalidad de zonas boscosa montañosas (...) factores que predisponen a fuegos de mucha intensidad y sin apenas medios para dar respuesta a todos.

Sólo el año pasado, en la semana del 15 de junio, se atendieron en Cataluña 274 avisos por incendios, además, de otros importantes en Sierra Bermeja (Málaga), en la Sierra de la Culebra (Zamora) y en Navarra y Aragón , entre otros. Ha demandado planes de autoprotección por parte de urbanizaciones y ayuntamientos, más consistentes y robustos frente a los incendios, debido que bajo condiciones de estrés fuerte (viento sequías, olas de calor) los actuales son «insuficientes» para evitar que los grandes incendios forestales calcinen viviendas.

Los fuegos emiten tanta energía que saltan los perímetros de seguridad que rodean los edificios, y ha calificado de «prioritario e importante» rebajar la carga de biomasa forestal de los montes, para mitigar la intensidad de la llamas, porque la clave está en la gestión del bosque circundante. De la misma forma que hay zonas inundables, donde no se puede construir deberían establecerse zonas de incendios, donde no construir ante riesgos elevados; «Nos falta mentalidad de riesgo», muchas personas no son conscientes de que viven en un polvorín, ha finalizado.