Yulvis confiesa que se siente muy a gusto entre los muertos. | Click

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Marta Yulvis Jiménez Godoy es colombiana, de Ibagué, ciudad musical –así la denomina ella–, donde aprendió a tocar el violín e hizo cursos de tanatopraxia. «Me lo propusieron, acepté, me gustó, estudié, practiqué y me diplomé como tanatopráctica. Allí trabajaba con la Fiscalía. Ahora, una vez en España, estoy convalidando esos estudios a través de la Universidad a distancia. En unas semanas me desplazaré a Almería y Granada para hacer las prácticas, pues cada vez me estoy dedicando más a ello, y mucho más desde que estoy trabajando con enfermos paliativos».

‘La Muerte es como una siesta’

Nos contó que en su ciudad solía tocar con un grupo formado por Ingrid, Alberto, Antonio, María y ella. «Un día les propuse viajar a Europa, a tocar a la aventura, y todos estuvimos de acuerdo en partir, así que reunimos lo que teníamos ahorrado y volamos. Primero estuvimos en Sicilia, luego en Madrid y por último llegamos a Palma. De eso hace 31 años. Tocábamos donde nos llamaban, que era de lugares diversos, algunos nada festivos, como en ceremonias religiosas y duelos. Y si no nos salía trabajo, tocábamos en la calle. ¿Que por qué me quedé en Palma? Porque la bisabuela de mi madre era de Algaida y porque me gustó la Isla en general y su gente…».

Una vez instalada aquí, la música, que no daba para vivir, la combinó con otros trabajos, entre ellos los de cuidar enfermos paliativos, a los que bañaba, afeitaba, peinaba, cuidaba, hablaba… «Sí,    y en muchas ocasiones de la Muerte, palabra que siempre pongo en mayúscula, porque la Muerte es como una siesta que nos damos para regresar a nuestra casa espiritual… Y en estos casos, ¿por qué no hablarles de la Muerte, si casi todos saben que    está cerca…? Por eso conversábamos sobre ella como de la cosa más natural, que lo es, pues todos acabaremos yéndonos con ella, una vez que haya terminado nuestro tránsito en la tierra».

Más adelante, tras regresar de una estancia en Ginebra, además de acompañar en los últimos pasos de sus vidas a personas cuyos familiares la contrataban, como ya se sabía que también era tanatopráctica, «muchos me pedían que cuando fallecieran, los preparara para el funeral. También desde la funeraria me llamaban para que me encargara de esa función, pues conozco el procedimiento, que además hago con gusto, pues a los muertos los trato como a los vivos, incluso cuando los voy maquillando, cortando las uñas, peinando, o poniéndoles la ropa que me dicen, les hablo como si estuvieran vivos, contándoles lo que les estoy haciendo…. Y me da lo mismo que sea de día o de noche. O que estemos solos los dos, o que haya más gente a nuestro alrededor. Y tampoco tengo miedo… ¿Por qué? Él, o ella, han terminado su tránsito en la tierra… ¿Qué mal me puede hacer un cuerpo sin vida? Ninguno. Pese a todos, les hablo, les cuento lo que hago, les pregunto qué color prefieren para uñas y labios, si son mujeres…».

En paliativos

Porque, hablando de la ropa que llevan los muertos en la ceremonia fúnebre, Yulvis es más partidaria de que no los vistan mucho, que se dejen de trajes o vestidos, y que los cubran con un sudario, quedando a la vista solo las manos y el rostro, «sobre todo si son personas que han muerto de un accidente… Aunque la última palabra la tiene siempre la familia, o bien él, o ella».

Le preguntamos a Yulvis que si cuando está con paliativos habla con ellos sobre cómo les gustaría verse después de muertos y… «Pues sí, hablamos de esas y de otras muchas cosas… ¡Qué se yo! Así, en general, de lo que ocurre en el mundo… Si les interesa, claro. Si no, de lo que ellos propongan. Y en lo particular, pues de lo que se arrepienten,    de lo que no habrían hecho y que sin embargo han hecho, de que no ha valido la pena trabajar tanto, sacrificar tantas cosas, amasar tanta fortuna, crearte enemigos, no atender a la familia como se merece… Si total, te ves a morir… –te dicen– ¡Vamos, es que me estoy muriendo ya! –te recuerdan otros–. Incluso algunos me han confesado que no han sido fieles a sus cónyuges… Y también, en más de una ocasión, sobre todo ellas, me han pedido que si las maquillo para la ceremonia fúnebre que precederá al entierro o a la incineración, les gustaría que lo hiciera de tal forma, con tal producto, con tal color...».

Yulvis señala que la práctica de cuidar enfermos paliativos, preparándolos para la muerte, y una vez que llega esta, arreglarlos para que los vea la familia, se está extendiendo cada vez más en nuestro país, al igual que las ceremonias fúnebres no católicas. «Y esto es así, porque cada vez más estamos perdiendo el miedo que le tenemos a la Muerte, a la que estamos ya viendo como algo natural, como algo que    va a suceder, y que cuando suceda, cuanto más preparados estemos mejor».

Jubilada, sí, pero...

lLa otra mañana, sentados en la terraza de Menut –antes, Piccolo– tomándonos un cortado y viendo a la gente pasar,    vimos aparecer, a paso rápido, a Coloma Oliver, la que fuera dueña de Vestit-B, y a la que hacíamos felizmente jubilada en cualquier playa, lejos del mundanal ruido de calles tan transitadas como la que estábamos….

«Pues ¡qué va! ¿Jubilada…?... A los efectos, sí, pero con más actividad que antes –nos dijo tomando asiento a nuestro lado–. Quiero decir que la jubilación ha hecho que descubriera las redes sociales, no las de cotilleo, que esas me las conocía, sino las comerciales. O mejor, que descubriera que toda red social tiene una parte comercial, lejos de la del postureo, de la que puedes sacar partido si tienes un negocio, pues es el medio más directo, y más a mano, que tiene la gente para dar a conocer algo que a ti te interesa. Lo digo porque ahora me dedico a promocionar negocios de otros a través de Facebook, Instagram, Tic Toc, etc., con los que antes, a mi manera, promocionaba solo mi boutique. Pero es que ahora miro el beneficio que pueden darme las promociones a través de las redes, y a su vez dárselo a quienes promociono a través de ellas, como restaurantes y otros negocios. No es que tenga muchos en cartera, pues acabo de comenzar, pero los propietarios de los que tengo están encantados…».

¿Para cuándo los desfiles?

Tú lo que vienes a ser –le decimos–, es una influencer,    ¿no?. «Influencer puede que fuera antes, ya que a través de mi persona promocionaba mi boutique y los vestidos que vendía, llevándolos puestos. Pero es que ahora muestro cómo es el local, cómo es la gente que acude a él… Cómo es la carta, si tiene plato del día, si hay tardeo… Y que no salga yo, es lo de menos. Y todo esto, además, me da vidilla, porque ¿qué haría yo si no hiciera esto? Porque esto me supone mucha actividad, ya que me obliga a ir de un sitio a otro, a hablar con dueños de locales, cocineros, maîtres, clientes, a hacer fotos, etc., lo cual me da mucha más vida que quedarme en casa viendo Sálvame, o una telenovela turca».

Entre los lugares que promociona están, por ejemplo, Los Rafaeles y Can Matías i Miquel… De este último, por ejemplo,    anunció la fiesta que organizaron para la Nit de Sant Joan, con cena y show de Jimmy y Roberto Coll y más sorpresas…

En cambio, lo que no vemos en sus promociones son desfiles de moda, algo que ella solía organizar a menudo cuando tenía su boutique… Uno de los últimos, por cierto, el que hizo sobre la acera de Los Rafaeles, fue espectacular. «Sí, de un tiempo a esta parte veo que las boutiques son un tanto reacias a la hora de organizarlos, lo cual es una lástima. En ello influye, creo, el tiempo, pues de unos años a esta parte prácticamente solo hay dos estaciones, verano y un poco de invierno, y eso a la moda no le va bien. Pero todo se andará».