Mila Moreno, una joven mallorquina experta en la poco conocida raza Shetland Sheepdog. | Xavi Solà

TW
1

Según datos de la Fundación Affinity, España es el país de la UE con mayor índice de abandono y maltrato animal. La concienciación de los dueños de mascotas, así como una rica educación en valores, podrían ser la clave para acabar con esta lacra. Ante este panorama cabe recordar a Gandhi: «La grandeza de una nación y su progreso moral se juzgan por la forma en que trata a sus animales». El dirigente indio, uno de los grandes librepensadores del siglo XX, rompía una lanza a favor del género animal, constatando que también experimentan dolor, ansiedad, alegría y tristeza, emociones que no son exclusivas del hombre.

Hoy, la realidad sigue siendo desalentadora, vivimos en una sociedad en la que los animales son ofrecidos, como souvenirs, en plataformas comerciales. Ante esta situación cabe recordar, alto y claro, que a la hora de hacerse con una mascota la primera opción debe ser la adopción. Salvar una vida no tiene precio. Pero si lo que está buscando es un animal de una raza y pedigrí concretos, diríjase a un criador responsable y comprometido, porque quien hacina a decenas de canes no es un criador, es un delincuente. Les presento a Mila Moreno, criadora de Shetland Sheepdog, una raza poco conocida en la Isla, cuya labor imprime una bocanada de aire fresco a un sector situado permanentemente bajo la lupa.

El ‘Sheltie’ surgió de las islas Shetlands escocesas, producto de un cruce de varios perros del tipo collie. Ocupa el sexto lugar en inteligencia canina, con una longevidad de entre 14 y 16 años y una altura de cruz de 37’5 cm los machos y 35’5 cm las hembras. Son perros «un poco desconfiados y ladradores, pero tienen un vínculo muy especial con su dueño», matiza la experta. Aunque se puede tener en un piso, «no es un perro de sofá, es importante dedicarle tiempo, te los puedes llevar a correr». En su camada encontramos a Time, una linda ‘Sheltie’ ganadora del campeonato de España en 2021, que ahora competirá a nivel internacional.

Se abre la puerta y aparece un simpático Golden Retriever que me saluda como si me conociera de toda la vida. Bienvenidos al hogar de Mila, una criadora responsable, sin paliativos. Su preocupación por el bienestar de los animales es patológico. Vive en una finca de Pollença, en plena naturaleza, donde nacen y crían a sus cachorros hasta que les encuentran no una, sino ‘la’ familia idónea. Si es usted una persona reacia al concepto ‘criador’, debería conocerla, cambiaría su percepción. La crianza de ‘Shelties’ no supone una fuente de ingresos para esta joven, «gasto más dinero de lo que gano con la venta». Y es que Mila se dedica a esta práctica como hobby, «mis perras solo crían una o dos veces en su vida». Es consciente de que la palabra ‘criador’ está muy devaluada, y se le enciende la mirada cuando habla de las prácticas de quienes se autodenominan así pero, en realidad, son de poco fiar. «No todos son como nosotros», desliza indignada, porque le duele en lo más profundo que, en ocasiones, la ignorancia meta a todos en el mismo saco.

Mila le dedica unos mimos a una perrita ‘Sheltie’.

Durante mi visita, los perros no dejaron de corretear por la finca, limpia y recogida, un auténtico edén para los peludos. Con su crianza, Mila desea conservar «esta raza de la que me enamoré a los dieciocho años». De sus camadas, «siempre me quedo uno y para el resto somos muy selectivos a la hora de encontrarles casa. El comprador firma un contrato de cuatro páginas, comprometiéndose a una serie de requisitos». Si desea hacerse con uno de sus ‘Shelties’, ármese de paciencia. «Hay una lista de espera de más de un año». Y eso si antes logra sortear su exigente criba, que «no pasan todos», avisa. «Un señor de Mónaco ofrecía diez mil euros por un perro y lo rechazamos». Alguno de sus ‘Shelties’ han ido a Escandinavia, «a casas de deportistas» que les brindan un estilo de vida en armonía con sus necesidades. Amigos, este mundo desquiciado necesita a más Mila’s y menos Putin’s, ¿no creen?