Los turistas salen de noche en la Playa de Palma. | Pere Bergas

TW
25

En las últimas horas de luz, el ambiente del viernes en la Playa de Palma no podía ser más variopinto. Mallorca liderará en Semana Santa la recuperación del turismo internacional a nivel de toda España, tal y como confirmaron el pasado jueves la presidenta del Consell de Mallorca, Catalina Cladera, y la presidenta de la Federación Empresarial Hotelera de Mallorca, Maria Frontera, en la presentación de la jornada de turismo sostenible; AENA-Palma tiene previsto, entre el 8 y el 18 de abril, un tráfico de 6.990 aviones, frente a los 7.236 de 2019 y, durante este mes, el sector hotelero tendrá operativa alrededor  del 80 por ciento de toda la oferta de alojamiento.

«Desde hace dos días el movimiento ha subido mucho. No es como en julio o agosto, pero después de dos años tan malos cualquier cosa nos alegra y sorprende», comentaba uno de los estanqueros de la zona, satisfecho por la llegada de los turistas, de perfiles muy dispares. De forma simultánea, las familias llegaban al hotel tras pasar el día visitando la Isla, otros aprovechaban el atardecer para cenar y tomar algo en las terrazas, correr o recorrer el paseo en bicicleta, mientras los más jóvenes salían de los supermarkets de la primera línea, cargados con cubos repletos de latas de cerveza y botellas de vodka.

La noche

El sol empezaba a desaparecer en el horizonte; una música callejera tocaba la guitarra y cantaba Shallow, de Lady Gaga y Bradley Cooper; algunos bebían en el murete de la playa y las papeleras rebosaban latas y botellines; las familias y los matrimonios paseaban y las señoras mayores charlaban, sentadas en los bancos del paseo; una niña avanzaba, de la mano de su padre, dando saltitos en el mismo muro de los beodos; en una imagen fraternal, un joven grababa como un amigo orinaba en la orilla. De este modo, con un disonante concepto de vacaciones, varias generaciones de turistas compartían ecosistema.

pbf090422001 (7).jpg
Antes de caer la noche, muchos turistas bebían en el murete de la playa.

Uno de los principales atractivos de la zona es el complejo Megapark, que el jueves pasado reabrió sus puertas tras dos años cerrado por la pandemia. «No nos esperábamos la llegada del público joven, suelen venir en verano; este año se han escapado un poco antes. En el mes de abril el turista tiende a ser mayor o de mediana edad. Pueden haber entrado más 4.000 personas a lo largo de cada uno de estos dos días», afirmó el director de Megapark, Carlos Lucio, que estaba controlando el ambiente de la zona a las puertas del recinto.

«Es normal que la zona se llene. El Mega lleva dos años cerrado y en Alemania cuenta con sus propios forofos. El jueves, en su apertura, hubo bastante más público que hoy», sostenía José Manuel, taxista que frecuenta la zona del Arenal y que esperaba un cliente en la primera línea. Otras de las calles más concurridas era la de Bierkönig, donde se concentraba buena parte del público juvenil. Desde un altavoz portátil brotaban piezas de música schlager, festiva y ligera, como Bierkäpitan o Trink Mal Was, que se mezclaban con el Despacito de Luis Fonsi y Daddy Yankee. «Si no vienen los turistas, aquí no tenemos nada de trabajo», afirmaba un vendedor de camisetas de un local próximo al Megapark.

pbf090422001 (10).jpg
Los turistas más jóvenes se aprovisionaban de bebidas en los supermercados de primera línea.

Por su parte, los numerosos vendedores ambulantes se afanaban en venderles a los turistas gafas de sol, collares y pulseras, gorros de capitán de barco, luminosas diademas o peluches colgantes, accesorios muy seductores con unas copas de más. Aunque las calles no estuviesen repletas y los visitantes mostrasen cierto control, el viernes se percibía que la noche se vuelve a animar en la Playa de Palma.