El ‘Norge’, con su imponente silueta, junto al faro de Portopí en una de sus visitas. | Gabriel Alomar

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La temporada turística finalmente ha arrancado a medio gas en Mallorca, con distintos grados de ocupación por zonas, pese a las inquietantes cifras de la pandemia en Baleares. También algunos cruceros vuelven a visitarnos en sus escalas semanales. Sin embargo, la presencia que brindaba el turismo náutico más selecto, este verano brilla por sus contadas visitas.

Los grandes yates, que en primavera y justo hasta la llegada del mes de julio, volvían tímidamente a nuestras costas, han elegido mayoritariamente este verano otros destinos.

Se da la circunstancia de que desde mediados del pasado mes hasta ahora, muchos de ellos han pasado de largo por nuestras costas, con rumbo a otros enclaves. Este hecho no ha afectado al mantenimiento y reparación de yates, que conserva una buena ocupación. Aún así, llama la atención que dos de los mayores, el Limitless y el Infinity, han permanecido sólo el tiempo de reparar en Astilleros de Mallorca.

Las costas de Cerdeña, célebres por sus inmensos espacios naturales con un turismo sostenible, ha aglutinado la mayor concentración de súper y megayates. Entre otros muchos, allí se encuentran el espectacular Sailing yacht A, el megayate de vela más grande del mundo, el célebre Maltese Falcon, el Lady Moura, antaño con base en Palma –aunque se le espera en Palma el 18 de este mes–, el Hampshire 2, el vanguardista Dar o el Sunrays, entre más de un centenar de embarcaciones de lujo, solamente en torno a la Costa Esmeralda y el sur de la isla. Por su parte, la refinada Costa Azul francesa no se queda atrás y reúne a yates años atrás habituales en Mallorca, como el Yas, el Rising Sun, el Phoenix 2, o el Andrómeda, entre muchos otros.

También Italia y sus lugares míticos, cuyos paisajes se mantienen inalterados en toda su belleza de antaño, como Capri, Sorrento o la Riviera, reúnen en estos momentos a una larga lista de súper y mega yates, entre los que destacan el Ocean Victory, el Ulysses o el Ectasea. Otro destino estrella este verano entre los propietarios de las más lujosas embarcaciones es la costa de Croacia y Montenegro, con todo su rosario de islas en estado natural y sus antiguas y cuidadas ciudades, para un turismo tranquilo. Allí fondean en estos momentos yates como el Black Pearl, los espectaculares Eclipse y Pelorus, el Shehrezade y el Queen Miri.

Las obras en el Club de Mar también han influido directamente en esta ausencia, al no poder disponer del muelle exterior para grandes esloras. Algunos han optado por fondear en Puerto Portals, otro enclave habitual con sus atractivos eventos de verano como el Sunset Market. O también en Port Adriano, con su Music Festival y con una buena ocupación de amarres.

Se ignora si la ausencia de estos yates, antes tan habituales en la Isla, tiene algo que ver con el hecho de que Balears ocupe en la actualidad el primer puesto del Estado en incidencia de contagios por la COVID-19, tras una vertiginosa escalada. Pero lo cierto es que esta circunstancia, (pese a que las autoridades repiten una y otra vez que las Islas son ‘un destino seguro’), junto con las imágenes del turismo de borrachera, y las últimas cargas policiales para atajarlo, que ya han dado la vuelta al mundo, no son la mejor tarjeta de presentación para Mallorca. Y para un tipo de turismo que busca y encuentra todo lo contrario en otros países vecinos, con centros vacacionales donde estas imágenes no tienen cabida alguna.