Maria Caballero posee una gran fuerza vocal. | Teresa Ayuga

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A sus 21 años, con los pies sorprendentemente anclados en la tierra, Maria Caballero es una de las promesas de la ópera balear. Paso lento y decisiones firmes marcan el devenir de esta joven que sigue formándose para asumir el relevo generacional del ‘bel canto, aunque su Ave Maria en la Església de Santa Eulàlia, a beneficio de DARE Home, ya dejó deslumbrantes migajas de lo alto que apunta su garganta. Maria posee una fuerza vocal y una madurez inusitadas para su edad, pero también una determinación serena y una mirada certera que transforma en ritmo y alma cada vez que se planta bajo el haz de luz.

La ópera posee tanta fuerza dramática y los momentos en escena son tan intensos que me pregunto si se disfruta más sobre el escenario o entre el público…
– Creo que se disfruta y se sufre más sobre un escenario. Encima del escenario es otro mundo, dejo de ser Maria Caballero para ser una persona diferente, es un disfrute total, pero también un sufrimiento.

¿Se detiene el tiempo allí arriba?
– Sí, creo que pierdes la noción del tiempo. No eres consciente de si llevas tres minutos o tres horas cantando, literalmente.

¿Entiende que haya gente que, desde fuera, vea el mundo de la ópera un tanto postizo, como de cartón piedra?
– Pienso que la ópera siempre se ha planteado a la sociedad como algo rancio y anticuado, que solo va gente mayor. Me gustaría que se pudiera ver el mundo de la ópera con otros ojos. Para mí es algo de lo más hermoso que existe, si una ópera es buena te metes dentro, te atrapa de una forma muy especial, hay óperas que me han hecho llorar.

Un concierto solidario como el de Santa Eulalia, a beneficio de DARE Home, ¿se afronta con una sensibilidad distinta?
– Personalmente me gusta ayudar a la gente de la forma que sea, y poder hacerlo con mi voz me alegra mucho. Es un placer recaudar para la gente necesitada.

¿A qué personaje de los que ha interpretado se parece más, con cuál empatiza de una forma especial?
– No te sabría decir, todavía no me he metido en un personaje con mucho carácter, pero me gustan esas óperas de carácter más dramático como Macbeth, Tosca o Madame Butterfly, con personajes muy fuertes. Aspiro a ser una mujer con fuerza, con una presencia muy dura.

Si tuviera una máquina del tiempo, ¿qué estreno le gustaría presenciar?
– Uffff… la ópera de Carmen, sería una pasada por lo innovadora que fue en su época.

¿Cuál es su mayor desafío en estos momentos?
– Ahora mismo estoy preparando el repertorio para mi último año de conservatorio. Es un repertorio de arias muy difíciles y densas que requieren de mucho sacrificio y meterte en el papel.

La ópera es un género que penaliza enormemente el error. ¿A la hora de gestionarlo es más indulgente con los fallos de los otros o con los suyos... ?
– Todo el mundo tiene días buenos y días malos, que los nervios te jueguen una mala pasada nos ha pasado a todos. Pero sí es cierto que cuando les pasa a los otros eres más indulgente que cuando te toca a ti, contigo eres más implacable.

¿Siempre creyeron en usted en casa?
– Siempre me han apoyado mucho, estoy orgullosa de mi familia, me han dejado hacer lo que he querido.

A lo largo de su historia, la ópera ha sabido adaptarse a los tiempos y encontrar su conexión con el público. ¿En qué punto se encuentra en pleno siglo XXI?
– Soy joven y tengo amigos que no han escuchado ópera en su vida, y cuando se la he mostrado les ha encantado. Me gustaría que la ópera se acercara más a quien no tiene acceso a ella, hay un cierto elitismo en este sentido, no todos pueden permitirse el precio de la entrada y hay que encontrar la forma de cambiar eso.

Pues la pandemia ha puesto la cosa cruda en este país donde la cultura circula en el vagón de cola de las ayudas…
– Sí, ha sido un tiempo muy difícil para los músicos, tener que cantar ópera con mascarilla lo veo como un sacrilegio, es una tortura. Por suerte, se está viendo la luz al final del túnel.

La suya está siendo una carrera prematura y fulgurante, ¿lo achaca a la suerte o es pura meritocracia?
– En el mundo de la ópera depende mucho dónde estás, cuándo estás y con quién estás. Y he tenido suerte de estar en el sitio oportuno en el momento adecuado, aunque también he trabajado muy duro.

¿Sueña con Tosca en el ‘Met’ de Nueva York o sus sueños le caben en una mano?
– Este tipo de metas es fantástico, cantar en uno de los grandes teatros es mi sueño y espero que algún día se haga realidad.

Recuerdo que en su día, los puristas se escandalizaron cuando Montserrat Caballé abanderó la defensa de cantantes de música ligera. ¿Es un género con el que conecta?
– En mi coche es más fácil que suene Rosalía y C. Tangana que ópera. La música es preciosa y se tiene que valorar todo, hasta el reguetón.