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El oficio de cocinero puede que sea uno de los más apasionantes por todo lo que tiene de creativo y de procurar un bienestar, y en algunos casos hasta felicidad, al cliente.

Sin embargo, es también uno de los más estresantes. Algunos de los más afamados cocineros de la Isla explican cómo desconectan.

ÁLVARO SALAZAR

«Practico varios deportes. Patinaje, calistenia, comba, trial con bici, pesas etc. Me gusta hacer ejercicio al aire libre cerca del mar. Me ayuda a despejarme y liberar la mente. Hago ejercicio desde siempre, es uno de los hobbies que me acompañan desde que tengo 14 años. Hago deporte todos los días que no tengo compromisos laborales, y a veces aunque tenga que ir al restaurante también me activo de este modo. El deporte me aporta bienestar, paz, serenidad y creatividad. Me ayuda a veces a mirar las cosas desde un punto de vista diferente».

JACINTO DEL VALLE

«Tengo diversas aficiones que voy practicando dependiendo de la época. Hay temporadas en las que me da por escribir, otras por dibujar o darle al ajedrez... Volar siempre me ha gustado, es una sensación de libertad increíble y solo dependes de ti. La meditación es algo que practico a diario. Me mantiene la mente calmada y me permite ver la vida desde otra perspectiva. Escribir historias cortas me divierte. Si tuviera que elegir una por lo que me aporta, me quedaría con la meditación zen. Estar con uno mismo es lo que más le cuesta a la gente. A mí me da mucha claridad. Tenía 21 años cuando empecé a meditar y fue gracias a mis hermanos, y desde entonces no lo he dejado».

ANDREU GENESTRA

«Fuera de la cocina dedico mi tiempo a la familia y al campo. Aunque es verdad que suelo practicar diversos deportes y que la cultura del arte y el cine me apasiona, el campo me aporta tranquilidad y placer al mismo tiempo. Es una actividad muy agradecida que heredé de familia desde pequeño. Mi abuelo paterno era payés y tanto las setas, como cuidar del campo, disfrutar de los animales, todo eso lo llevo en el ADN. Todos los fines de semana me entretengo tanto con la huerta como con la montaña, que diría es mi gran pasión».

MARGA COLL

«Antes pensaba que la cocina lo era todo para mí: mi profesión, mi pasión y mi hobby; que aparte de mi familia, no necesitaba nada más para llenar mi vida, pero justo antes de la pandemia me fui de viaje y empecé a hacer deporte, sobre todo andar y correr, y también descubrí el yoga. Para mí ha sido una suerte. Voy a clase dos veces por semana y me está ayudando mucho porque aparte de lo físico, me sirve para equilibrarme, estar mejor y sentirme más fuerte. Camino cada día 7 u 8 kilómetros entre Inca y Selva. Me da tranquilidad y es algo inspirador ver las fincas de Selva y cómo van pasando las temporadas. Además, una vez al mes voy con las amigas a Lluc desde Caimari. También me relaja mucho trabajar con las plantas. Otra de mis aficiones, que no he podido hacer, es viajar: me apasiona. Sólo pudimos ir a Galicia dos días. Lo que nos ha pasado desde marzo de 2020 me ha hecho darme cuenta de una visión diferente de la vida. La cocina es fundamental en mi vida, pero también necesito otras cosas. Creo que he aprendido que tenemos que vivir la vida de manera un poco diferente a antes. Si hacemos otras actividades y disfrutamos con ellas, esto se refleja en nuestro trabajo».

MIGUEL NAVARRO

«La música era mi vocación inicial y ahora es mi vía de escape. Toco la guitarra desde los 15 años, ahora también el bajo, y aprendo un poquito de piano en el poquito tiempo libre que encuentro. El secreto está en no guardar el instrumento en la funda. La cocina es una profesión que te absorbe 24 horas al día, 7 días sobre 7. Si no dispones de herramientas para desconectar, te vuelves loco».

MARC FOSH

«Soy un apasionado de la guitarra. Cuando tenía 17 años tocaba en una banda durante los años del punk en Inglaterra y con dos acordes hicimos todos las canciones. Realmente empecé de verdad durante el primer lockdown (confinamiento), cuando de repente tenía mucho tiempo disponible para practicar. Ahora mismo lo hago a todas horas, en cuanto tengo un momento libre. Me he vuelto un poco obsesionado. La verdad es que me aporta mucho. Es una buena manera de olvidar el estrés de todo lo que está pasando con el coronavirus en nuestro sector y disfrutar con la música. He empezado a componer algunas canciones propias y, quién sabe, a lo mejor vuelvo a formar otro grupo de punk para viejos».

FERNANDO P. ARELLANO

«Bucear es una afición que empecé en 2007. Siempre intento viajar a países con buenas zonas de buceo. La sensación de ingravidez y la conexión con la fauna submarina me aíslan del mundo cotidiano. En 2010 comencé con el ciclismo y en 2017, con los triatlones de media y larga distancia. Entreno un mínimo de 4 o 5 veces por semana, siempre por la mañana antes de trabajar. Me ayuda a mantenerme en un buen estado de forma y me permite encontrarme conmigo mismo durante unas horas previas a mis quehaceres diarios. Muchas soluciones y mi lado más creativo los encuentro en ese momento del día».

SANTI TAURA

«Comencé a pintar hace más de 20 años por una cuestión estrictamente práctica: Tenía que llenar las paredes de mi casa, y como no me gustaba nada de lo que me podía permitir con mi presupuesto, me decidí a pintar. Pregunté a un amigo que pintaba qué necesitaba y comencé. Reconozco que me produce mucho orgullo cuando me preguntan por los cuadros de mi restaurante. Me pongo igual de contento que si un cliente alaba uno de mis platos. Y luego también se sorprenden de que los platos de cerámica donde se sirve el menú también hayan sido pintados por mí. No creo que en muchos restaurantes pase esto. Habilité parte del antiguo restaurante de Lloseta, ubicado justo debajo de mi casa, para montar allí el estudio. No tengo una hora fija para pintar. Si se me ocurre algo, bajo y puedo estar cuatro horas sin parar. La música me ayuda a concentrarme y lo mismo puedo escuchar un grupo de metal, que ritmos cubanos o Antònia Font».