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Muchas veces la respuesta de los padres ante la palabra sexo es incomodidad, vergüenza e incluso pavor. Sin embargo, la educación sexual es un capítulo ineludible en la relación de todo progenitor con sus hijos. El equipo de psicólogos de la plataforma online ifeel ha elaborado una guía de errores a evitar cuando abordemos el tema con los más pequeños de la casa:

Educar va mucho más allá que proporcionar meros datos informativos a los hijos que ellos mismos podrían obtener en un libro o un folleto. Se trata de comunicarse con ellos de manera abierta con el objetivo de que los niños sean mas hábiles manejándose con el tema y pueda tener una vivencia saludable al respecto. «Presuponer que el sexo no es importante, que ciertas cosas relacionadas con el sexo no van a ocurrirle jamás a tus hijos o que ya llegará el momento para que se enteren de algunas cosas resulta ingenuo», aseguran los expertos.

El lenguaje debe adaptase a la edad de los menores, a su comprensión y ser acorde, además, as las preguntas que dirigen a los padres.

Utilizar un lenguaje repleto de metáforas o fantasías puede ser un error ya que los niños muy pequeños (sobre todo los menores de 7 años) no están preparados cognitivamente para asociar ciertos símbolos con cosas reales. «Lo más probable es que no entiendan nada o que lleguen a conclusiones completamente erróneas. Se puede hablar con perfecta claridad y realismo con un niño muy pequeño, llamando a las cosas por su nombre; solo hay que hacerlo de manera sencilla para que entienda de qué estáis hablando», explican los psicólogos.

Cuando los niños preguntan no hay que reprimir esta curiosidad con una regañina. «Educar en la culpa y el miedo en cuanto al sexo puede ser muy eficaz a la hora de evitar ciertas cosas, como embarazos innecesarios o enfermedades infecciosas, pero jamás hay que considerar que es infalible y no es en absoluto la mejor manera de educar para la felicidad y la responsabilidad», dicen los expertos.

Que los niños pregunten es un buen síntoma de la relación de confianza que tienen con sus padres. Si no se conoce la respuesta basta con admitirlo con naturalidad e intentar ayudarle para obtener esa información. Omitir su pregunta directamente puede llevarles a buscar respuestas en lugares o de fuentes equivocadas. «No tenemos que conocer todas las respuestas, no tenemos que responder a cualquier cosa ni mucho menos tenemos que dar cualquier dato sobre nuestra propia vida sexual, ya que esto puede generar desconcierto y romper cierta distancia necesaria que hay que guardar con ellos».

En la educación sexual de nuestros hijos tan improcedente resulta quedarse corto como pasarse de largo. Los psicólogos de ifeef aconsejan: «Cuanto mayores son los niños, más capacidad tienen para procesar conocimientos más complejos y también más capacidad para mantener la atención de manera continuada en un mismo tema. Sin embargo, ante la duda, con niños muy pequeños suele resultar muy útil y necesario ceñirnos a sus preguntas sin forzar conversaciones que más que aclarar conceptos pueden crear confusión».

La educación sexual debe ir más allá de la reproducción, la prevención de enfermedades de transmisión sexual y el propio acto sexual. «Por supuesto que esto puede prevenir embarazos no deseados e infecciones en el futuro, pero no es una educación óptima que abarque el sexo en su totalidad. Ésta debe incluir las diferentes versiones del sexo en la vida, que tienen que ver principalmente con el intercambio de la afectividad, el placer, la comunicación o la identidad», aseveran.

Para bien y para mal según los hijos van creciendo es normal que la información sobre el sexo les llegue por diferentes vías ajenas al ámbito familiar. «Por lo general, para cuando los niños sacan el tema por primera vez, ya han pensado al respecto, quizá han preguntado o visto cosas por ahí y lo que buscan es la confirmación de lo que ya saben o cree que saben», indican los expertos.

Se trata de una carrera de fondo en la que hay primero que asentar una base para luego abordar temas periféricos. «A veces estos temas son más difíciles de entender, mas controvertidos y requieren, por tanto, esperar a un momento posterior. El tema será el mismo, pero vamos a abordarlo de manera diferente en función de la etapa evolutiva en la que estén nuestros hijos».

No se trata solo de hablar o aportar información a los hijos, también es interesante e importante que ellos se expresen y hagan preguntas. «No hay que saber todas las respuestas, ni hay que contestar a cualquier cosa que ellos pidan saber, pero sí deben percibir que se les está escuchando, que los padres no hacen como que no han oído cierto comentario o pregunta y que lanzan balones fuera».

Ha que entender que los niños van a tener otras fuentes de información y que además van a seguir educándose a lo largo de todo su ciclo vital. A pesar de ello es importante tener en cuenta que «los colegas, es decir, los iguales, dan complicidad, pero es el rol de adulto sólido -que está por encima y tiene autoridad- el que aporta verdadera seguridad».

Para el equipo de ifeel es importante que cada familia valore su propia forma de comunicarse y sus propios códigos para abordar la educación sexual en casa sin intentar ser perfectos y evitando bloquearse: «Lo importante es que si transmitimos información, que esta sea correcta y rigurosa y que esté destinada a que el hijo disfrute de una manera sana y asertiva de su vida sexual (presente o futura)».