Imagen de uno de los grupos en Inca.

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La idea se gestó en la cabeza de Joan Morro hace un mes, en lunes, aunque parezca un día poco propicio. Se puso en contacto con otros compañeros, como él monitores de baile en línea, y les propuso organizar una ruta por diferentes lugares de Mallorca para animar a la gente a recuperar el baile grupal después de ocho meses de aislamiento por la pandemia. Y bautizó el proyecto como ‘Line dance en ruta’.

«En seguida formamos un grupo con Carmen Gallego (Palma), Toñi Oliver (Marratxí), Paqui Lebrón (Manacor), Bel Payeras (sa Pobla), y yo, que soy de Inca, y nos pusimos en marcha», señala Joan Morro.

Antes de que estallara la pandemia, se organizaban trobades de baile en línea por toda la Isla, que solían reunir entre quinientas y seiscientas personas. Pero todo eso quedó en suspenso. «Aunque hemos podido empezar a dar clases al aire libre, con grupos reducidos, nuestra idea era poder celebrar prácticas de baile en línea, acogiéndonos a las normas sanitarias que se exigen para cualquier práctica deportiva, para ensayar diferentes coreografías, y pedimos autorización», comenta Morro. La respuesta fue abrumadora, y ‘Line dance en ruta’ se celebró el pasado fin de semana con gran éxito.

Se planificó una ruta por diferentes localidades de la Isla –Palma, Montuïri, Inca y sa Pobla– y, a través de grupos de Whatsapp, se organizaron los encuentros, un total de once con un máximo de treinta personas en cada uno para cumplir con la normativa. «Hay tantas ganas de baile que los grupos se llenaron enseguida, y se quedó mucha gente sin poder participar». Esa es la razón por la cual los organizadores de la primera ‘Line Dance en ruta’ han decidido repetir la experiencia el segundo fin de semana de diciembre, los días 12 y 13.

Los monitores afrontaron el maratoniano fin de semana con un espíritu totalmente altruista. «Alquilamos una furgoneta y nos pusimos en marcha el sábado por la mañana, en Palma, primero bailamos en Can Pastilla y luego en Son Dameto. Intentamos que solo los participantes supieran la hora y el lugar del encuentro para que no acudiera público y poder controlar así las normas de seguridad. Todos los monitores nos habíamos heclo las pruebas PCR, antes de cada encuentro tomamos la temperatura a todos los participantes, la mascarilla era imprescindible y también bailar guardando las distancias. Y evitar los abrazos... La verdad es que todo el mundo colaboró al máximo, fue increíble».

Emoción

Al término de cada encuentro, «todos cruzaban los brazos sobre el pecho en señal de gratitud, y eso fue muy emocionante, porque el objetivo de este proyecto era que la gente vuelva a sonreír bailando, que se sienta feliz».

Después de once horas de baile durante el fin de semana los monitores dieron muestras de cansancio. «Al final de la ruta, cuando era momento de regresar a Palma, había mucha emoción, a todos nos dolían las caderas y las piernas, pero hemos conseguido que la gente se sienta feliz». Eso, y llenar la furgoneta con productos básicos de higiene y para bebés donados por los participantes, porque ‘Line Dance en ruta’ fue a beneficio de la Cruz Roja.

Una de las participantes más mayores, de 70 años, le confesó a Joan Morro: «Tu eres joven, pero a mi, que me quiten un año de mi vida no me hace ninguna gracia, y ya no me van a quitar más tiempo». Ella quiere bailar.