La joven, posando sobre el asfalto del circuito de velocidad en Navarra, donde mañana se disputa el campeonato de Yamaha R6 Cup. | FERNANDO SOTOCA

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Desde muy niña, Paquita Ruiz supo que lo suyo era la velocidad cuando sobre el patinete corría por las aceras del barrio de Pere Garau. Pakita, como se la conoce en el mundo del motociclismo, estudió en Palma pero «sinceramente no recuerdo mi infancia en el colegio como positiva a pesar de no ser una niña problemática, pero no me dieron la oportunidad de demostrarlo ya que viajaba por competiciones y jamás tuve la ocasión de recuperar exámenes perdidos. Siento que debería haber tenido la oportunidad de estar en la EBE (Escola Balear de l’Esport), como muchos pilotos».

Su primera moto de gasolina se la regaló su tío por Reyes, «ahí descubrí mi pasión y a pesar de que me escondieron la moto cuatro años, al cambiarnos de casa la vi y supe que nunca más nadie me separaría de ella», confiesa.

Los sueños son su meta

La joven, que en la actualidad tiene 23 años, asegura que «no busco premios sino cumplir mis sueños y uno de ellos es ganar el mundial de Moto2/ssp600». Precisamente este fin de semana Pakita se mide a sus rivales en el Campeonato de Yamaha R6 Cup en el circuito de velocidad de Navarra (hoy los cronos y mañana la carrera), que actualmente encabeza en el primer puesto de la clasificación.

Sus inicios no fueron fáciles, incluso bastante complicados, pues hace 15 años no era muy usual encontrar a una niña compitiendo en motociclismo, «de hecho era la única en Balears. No existía la categoría femenina porque no había ni un mínimo de tres, por lo que siempre he competido con chicos. Prácticamente ni me hablaban, daban las vueltas al circuito todos juntos y a mi jamás me dijeron que fuera con ellos». En la actualidad las cosas han cambiado. Pakita se ha ganado el respeto y admiración de los pilotos y «muchos se interesan por cómo van las cosas, unos te admiran y otros te critican, pero así es la vida misma». Su lucha, para poder dedicarse a su pasión, sigue fuera del circuito y allí Pakita dedica todo su tiempo libre a ganarse unos euros. «Desde muy joven, a los 16, y durante siete años, trabajé cuidando y encargándome de tres niños hermanos. Fue muy gratificante verles crecer y ver que lo que hacía era mucho más que un trabajo. También voy combinando trabajos como limpiar en casas, limpiar coches, y la venta de calendarios, camisetas y merchandising, que yo misma voy vendiendo en talleres mecánicos, tiendas y a través de redes sociales con el objetivo de costearme mis gastos. No se me caen los anillos por nada. La vida me ha enseñado a luchar siempre».

Su camino hacia la meta sigue siendo difícil, pero ya no va sola. «Mi madre es la jefa de equipo, mi hermano el jefe de mecánicos. Antes lo hacía mi padre, siempre lo hacía él, pero llegó un momento en que tuvimos que salir a la Península y él no podía ir, por lo que tuve que aprender ha arreglar mi propia moto y junto a mi hermano creo que no lo estamos haciendo nada mal. También tengo mucha gente que cree en mi y me apoya con piezas o una pequeña aportación». Respecto a si le gustaría medirse en el circuito con los mallorquines Jorge Lorenzo y Joan Mir, confiesa que «sí, pero en las mismas condiciones».

En los circuitos, gracias a sus victorias que la han llevado a lo más alto del pódium, se ha ganado el respeto de sus rivales masculinos.