Juanjo Fraile, en su magnífica casa de Palma.

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El fundador de Talentya, el ágora de innovación creativa y desarrollo personal que cada año trae a Mallorca a personalidades de distintos ámbitos para que intercambien conocimientos y sabiduría con la máxima discreción, nos recibe en su magnífica casa de Palma, la misma que acoge cada año la cena inaugural repleta de caras muy conocidas de nuestra sociedad, la mallorquina y española. El empresario que ha puesto en marcha importantes iniciativas en el mundo de la comunicación estratégica, la innovación en el aprendizaje y el uso de la tecnología e internet ha publicado su primer libro, La magia de la gratitud, en el que desde su experiencia y desde lo más intimo se refiere al contenido y los hábitos que las personas debemos conocer para mejorar nuestra vida. Con su mujer y socia, Belén Blanco, y sus tres hijas ha hecho de Mallorca su paraíso particular que le gusta compartir con los que más quiere y a los que más admira.

¿Qué le ha llevado a escribir el libro?

–Compartir, y eso que yo era muy celoso de mi intimidad, de mi tiempo, de mi vida. Nunca me ganaré la vida escribiendo, por muchos libros que venda. El libro lo único que hace es abrir una experiencia personal para que quien se aproxime a ese libro pueda inspirarse en alguna cosa pequeñita. Lo escribí a mano, con pluma y en una libreta, de un tirón. Vivo del mundo de la tecnología y la comunicación y jamás he escrito con un ordenador. Compartí el libro con Antonio Garrigues, el padre Ángel y Juan Manzanera, gran maestro del budismo en España, y les pedí una idea sobre la gratitud. Estas eminencias interpretan la esencia de la gratitud de la misma manera. La emoción de la gratitud es incompatible con cualquier sentimiento negativo como los celos, el miedo. Estar agradecido no significa otra cosa que estar bien, dar las gracias desde el corazón.

Es usted una personalidad muy importante en la comunicación de este país y sin embargo muy desconocido. ¿Quién es en realidad Juanjo Fraile?

–Alguien que pretende ser buena gente, quizás porque antes entendí que el desarrollo material y competitivo, el tanto tienes tanto vales, en el que nos han educado, no da la felicidad. Cuando la vida te pega un revés, te das cuenta de qué es lo importante. El único compañero de vida que vamos a tener somos nosotros mismos y curiosamente es la persona con la que menos hablamos y a la que menos escuchamos, y a la que menos decimos te quiero. El problema es que no nos han enseñado a relacionarnos con nuestras emociones, a hablar con nosotros sinceramente.

Da mucho miedo enfrentarse a uno mismo…

–Y ser consecuente con uno mismo más todavía. Nos han enseñado a valorarnos a través de terceros. Nos han enseñado la envidia, la crítica fácil. Recuerdo la primera vez que me enfrenté a mi mismo. Un médico me dijo que tenía un cáncer y que íbamos a ver qué pasaba. Aquella noche antes de dormir fui consciente de que no había bailado lo suficiente, ni reído lo suficiente, y eso que soy una persona de éxito, tengo una familia maravillosa. Me di cuenta de que no había dicho a la gente que quiero lo mucho que la quiero ni suficientes veces. No había dado las gracias y sobre todo que no había buscado la felicidad de estar bien en mi de forma auténtica. Me comprometí a que, como parte del proceso de sanación, iba a cambiar, y cambié mucho.

Hay que ser valiente para cambiar...

–Es que no hay otra. Yo pude ver lo que me quedaba pendiente y subsanarlo. Era una persona extraordinariamente protectora, vivía en tensión, no disfrutaba del día a día. La editorial Planeta llevaba años pidiéndome que escribiera un libro y supe que era el momento de hacerlo, pero no para hablar de mi éxito profesional, de mi habilidad para entender la comunicación estratégica, la tecnología, los nuevos modelos de negocios, si no para hablar de la gratitud.

¿Hay algo que le dé miedo?

–Hace tiempo le diría que el miedo. Hoy me da miedo fallarme pero entiendo que el miedo es la puerta a la felicidad. Confiar, aceptar, entender y agradecer son cuatro palabras con las que estoy trabajando durísimo. Cuando confías convives con el miedo, cuando aceptas, el miedo desaparece. Cuando entiendes te das cuenta de que detrás del miedo hay cosas fantásticas y entonces agradeces.

¿El éxito trae consigo mucho sufrimiento?

–La gente que conozco que tiene éxito socialmente son felices cuando se alejan del éxito y están en su casa tranquilos, sin hablar de su éxito. El que lo hace es que no está bien. Aquel que disfruta no necesita hablar de su profesión. Un día estábamos mi mujer y yo en casa de Alejandro Sanz, en su casa de Miami, y había más de veinte premios Grammy y sin embargo él se emocionaba con un frasquito de arena de Playa del Carmen que llenó con Paco de Lucía. Lo que es un error es entender que tu vida es únicamente tu profesión, las luces de un escenario.

Usted ahora, con el libro, se pone sobre un escenario…

–Es lo más sorprendente que me ha pasado. Si hace dos años me dicen que iba a poner mi foto en la portada de un libro habría pensado que era imposible del todo. Y sin embargo es de lo que mas orgulloso me siento hoy en día. La vida es cambio, el Juanjo hermético es pasado, ya es algo vivido. Tras la sacudida cambié. Ojalá la COVID-19 sirva para que nos demos cuenta de que la vida es cambio, que la incertidumbre es una amiga. Si lo entendemos nacerá una nueva sociedad.