El olvido o no conocer la diferencia entre caducidad y consumo preferente, motivos para que anualmente vayan a la basura 64 millones de kilos de comida en las Islas

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¿Tira a la basura ese trozo de pescado que a nadie le apetece después de comer sin darle una segunda oportunidad en la mesa? ¿Se le han caducado los típicos productos, como los huevos o la botella de gazpacho que todos tenemos en la nevera o la despensa, sin darse cuenta? Si ha contestado afirmativamente a estas preguntas no se sienta un extraterrestre, porque desgraciadamente no es el único. En España, la mayoría de personas reconoce derrochar alimentos por olvido, de hecho 7 de cada diez consumidores confirman que hay alimentos que se estropean en el frigorífico antes siquiera de llegar a consumirlos. Ahora sí, es el momento de avergonzarse con las cifras: según la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), una de cada diez personas pasa hambre en el mundo, mientras que un tercio de la comida que compramos acaba en la basura. Triste pero cierto.

¿Cómo evitamos que toneladas de comida acaben desperdiciada sin miramientos? Sin un reglamento que lo penalice sumado a la falta de sensibilización del consumidor y las nulas campañas de concienciación por parte de las instituciones, todo parece indicar que el 95 por ciento de los baleares seguirán tirando a la basura unos 5 kilos de comida por cabeza cada mes.

El derroche, en cifras

Según las cifras aportadas por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, solo los hogares españoles desperdiciaron un total de 1.229 millones de kilos de alimentos y bebidas en 2017, es decir, el 4,3 por ciento del total de su cesta de la compra anual. Si nos centramos en nuestra Comunitat, la situación no es nada esperanzadora: un estudio elaborado en 2015 por FoodSaverTM sobre el desperdicio de alimentos en los hogares españoles revelaba que anualmente tiramos más de 64 millones de kilos de comida en Baleares cada año.

Pero no piensen que los consumidores son los únicos responsables. El desperdicio ocurre en todos los procesos de producción: cultivo, procesado, distribución y consumo. Es decir, tanto los agricultores, como las compañías, los restaurantes, así como los consumidores, tienen su parte de responsabilidad en la cantidad exorbitante de comida que se pierde. Podríamos decir que la pirámide de ‘culpabilidad’ quedaría establecida así: el 42 por ciento se pierde en casa, el 39 por ciento durante los procesos productivos, el 14 por ciento en hostelería y restauración, y el 5 por ciento restante en los distribuidores y puntos de venta. Por eso, si a la cifra del derroche en los hogares le sumamos los excedentes de distribuidores e industria, es un total de 7,7 millones de toneladas de alimentos desperdicios al año en nuestro país. Ver para creer.

Productos sacrificados

El Informe del consumo de alimentación en España 2017 elaborado por el Ministerio desprende que de los 1.229 millones de kilos de comida desechada, 1.075 correspondieron a productos sin utilizar, es decir, por deterioro o caducidad, y 154 a recetas ya cocinadas. La fruta (32 %) y la verdura (14,1 %) son los alimentos que antes van a parar al cubo de la basura, seguidos de los lácteos (13.1 %), el pan (6.5 %), las carnes (6.3 %) o el pescado (2.9%).

¿Quiénes son los más derrochadores? Si nos atenemos al rango de edad, los hogares unifamiliares o las familias cuyos responsables son más jóvenes se convierten en los campeones del despilfarro alimentario; mientras que si los parámetros de estudio se centran en los hogares con niños, las familias con hijos menores de seis años son los que más tiran comida al cubo de la basura; y si miramos el nivel de renta, no hay duda de que las casas con mayores ingresos son las campeonas del derroche.

Ahora la pregunta que toca hacerse es ¿por qué derrochamos tantos alimentos? Las causas son muchas: una falta de previsión total a la hora de hacer la cesta de la compra, el simple olvido, obviar las técnicas más simples de reaprovechamiento de alimentos y no conocer algo tan simple como la diferencia entre fecha de caducidad y consumo preferente hace que mucha gente crea que un producto está en mal estado, cuando en realidad se puede consumir sin ningún problema.

#LACOMIDANOSETIRA

«Estoy cansada de tirar comida. Es que me parece mal, con el hambre que hay. Pero si saco un pan por la mañana y no lo vendo al final del día, ya no tengo otra salida que llevármelo a casa o tirarlo –confiesa Marta Herrera, propietaria de la Antigua Panadería Cerdà, un colmado en pleno barrio de Son Espanyolet, que se ha sumado a la star up Too good to go, una app móvil que conecta a establecimientos con excedente diario de comida con usuarios que salvan esa comida de calidad a precio reducido para que no termine en la basura.

¿Cómo funciona el servicio? El usuario ve en la aplicación los establecimientos que tiene alrededor en los que poder salvar sus packs a un precio que oscila entre los 2 y 5 euros. El contenido es sorpresa porque cada día será distinto según el excedente que haya tenido el establecimiento, «pero con la garantía de que todos los productos son frescos y de calidad y muchos de ellos han sido elaborados el mismo día», confirman desde la start up. Se paga a través de la aplicación y el pack se recoge en el establecimiento a la hora pactada.

«Con los packs no gano casi nada, pero estoy encantada. Doy salida a los productos sobrantes y he llegado a ganar nuevos clientes, porque los que han venido hasta ahora no eran habituales», finaliza la panadera.