Francisco José Miró ha sido el encargado del negocio familiar desde 1990 hasta el pasado sábado, último día que estuvo abierta la pescadería. | Pere Bota - Foto:Pere Bota

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José Miró y su mujer, Juana Martorell, se hicieron cargo el 1 de marzo de 1963 de la Pescadería Cantábrico, ubicada en la Plaça de l’Obèlisc, de Palma, tras pagar un traspaso de 200.000 pesetas. En la zona había otros dos negocios similares y se trataba de un segmento floreciente, de ahí la alta cifra del traspaso, toda una fortuna de la época.

«Mi padre se jubiló en 1990 y entonces me hice cargo del negocio», comentaba este lunes Francisco José Miró en el bar Venecia, situado a pocos metros del local, que cerró el pasado sábado.

«La culpa ha sido de la Unión Europea, que ha subvencionado el hundimiento de la flota pesquera. Antes había más de veinte barcos de arrastre en Palma. Ahora sólo hay dos. Nosotros nos hemos dedicado siempre al pescado fresco mallorquín y ahora casi no hay para vender. No tenía ningún sentido vender pescado de fuera porque es imposible competir con las grandes superficies».

Francisco siente sobre todo pena por sus clientes. «Han sido una gran familia porque venían y te contaban sus cosas . Era una relación mucho más allá de la de comerciante y cliente», explica. Al hacerse cargo del negocio familiar, lo reformó y modernizó. «El precio del alquiler no ha influido para el cierre, ya que en 1990 se actualizó el precio y ha variado cada año con el IPC. Ese año también cambié el nombre y lo puse en catalán porque, por lo menos, así me ahorraba el IVA».

Durante la pasada semana, él y su madre, que a sus más de 80 años continúa teniendo una salud de hierro, se han ido despidiendo de sus clientes y amigos. «La verdad es que ha sido muy emotivo e, incluso, hemos recibido regalos», dice Francisco José, que cuenta con 58 años. «Tendré que seguir cotizando como autónomo hasta los 65 años y me iré al paro».

Como nunca han tenido empleados, la única pena de Francisco José es por sus clientes. «Por lo demás, siento alegría. Ahora me iré a vivir con mi mujer a Montuïri, de donde es ella y mi madre, y me dedicaré al campo y a la ganadería. Se puede decir que cambiaré el mar por la tierra», explica entre risas Francisco José.