Numerosas personas no quisieron perderse la experiencia del tardeo en el Arenal. | Pere Bergas

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El verano mallorquín es impredecible. No hay lugar para hábitos, si estos no consisten en pasar los días en la costa o aprovechando hasta el último rayo de sol. El Tardeo de Kaelum, que desde hace años logra llenar el palmesano barrio de Santa Catalina, trasladó su sede de jarana y desenfreno hasta el Arenal, un evento que se da en escasas ocasiones durante todo el verano, por lo que siempre genera gran expectación entre aquellos que desean olvidarse por un momento de obligaciones y otros dolores de cabeza.

El Chiringuito Beach House se convirtió en el gran anfitrión de un guateque que con el paso de los años parece ganar más y más adeptos, y donde el buen ambiente, las risas y los bailes fueron los grandes protagonistas. En esta ocasión, la temática del festejo era ‘Arena y Purpurina’, y arena y purpurina hubo por doquier.

Palma, Discreto, Tardeo

Bajo un sol abrasador, a partir de las cinco de la tarde, en una suerte de peregrinaje, llegaban los fiesteros a la angosta calle de Miquel Pellisa que, pese a su aparente estrechez, fue el escenario donde centenares de personas de todas las edades, y locales en su gran mayoría, cantaron y bailaron sin parar con los cubatas y las cervezas como eficiente combustible. Con las barras rodeadas por los cuatro costados, la histeria se desató cuando las camareras comenzaron a lanzar sombreros, camisetas y gafas de sol de Ron Barceló y Bacardi, apreciados trofeos que no tardaron en sumarse a los looks informales que acostumbran a mostrar los asistentes a este tipo de fiestas.

Palma, Discreto, Tardeo

Los dj Oliveros, Will DC y J. Gual se encargaron de sostener el ritmo de la tarde con una lista musical de lo más variada, con canciones de ‘ayer y de hoy’ como se escucha en la radio, como si intentasen que cada uno de los presentes se sintiera identificado con alguno de los temas. Y no decepcionaron.

Palma, Discreto, Tardeo

El buen ambiente se sostuvo hasta bien pasadas las 22.00 de la noche cuando, de nuevo como peregrinos, aunque algo más perjudicados por la entretenida travesía, los asistentes abandonaron la calle.