Toni González, copropietario de la tienda Frikers, con un monstruo de una de sus película favoritas, Alien, el octavo pasajero, creado por él en 3D para un cliente. | M. À. Cañellas

TW
1

Hay días mundiales de todo y el mundo friki no podía quedarse atrás. Lo más seguro que lo celebren los ‘locos’ del manga, Star Wars, Fortnite o Juego de tronos, pero quien más quien menos todos somos un poco frikis de algo, aunque no lo queramos reconocer. «Es cierto que antes el término friki era despectivo, pero ahora hasta mola», comenta Toni González, copropietario de la tienda Frikers, junto a su socio, Christian García. González cree que «todos somos frikis. Ser friki se ha convertido en un estilo de vida; por ejemplo, en la decoración de las casas. Antes había casas con multitud de vírgenes y ahora la temática es de películas o videojuegos, pero la afición es la misma».

No todas

A pesar de la popularización del término, lo cierto es que sólo se refiere a un tipo de aficiones relacionadas, sobre todo, con algunas series, determinado cine (ciencia ficción y terror) y el mundo de los videojuegos. «Por ejemplo, Fernando Alonso es un friki de los coches, pero nadie le llamará friki. En España el detonante fue el estreno La guerra de las galaxias a finales de los años 70», explica Toni, que se declara un friki del cine de ciencia ficción y de miedo. «Y si se combinan ambos géneros, como el Alien o La Cosa, ya es el no va más».

En su tienda, abierta hace tres años, comenta que tiene clientes «desde niños a jubilados. Además, para los clientes que lo deseen les hacemos piezas especiales en 3D, como la pistola de Han Solo, la mano de Deadpool o alguno de los monstruos de Alien». Toda afición lleva un desembolso económico y este mundo no podría ser una excepción. De hecho, el nivel de frikismo es proporcional al dinero que uno se puede gastar en esa afición. «Algún cliente se ha llegado a gastar 400 euros en un día», dice Toni.

Dentro del mundo friki, diversos aspectos de la cultura japonesa son venerados por parte de la sociedad occidental, y no sólo la comida. La ’locura’ va desde los manga a los dibujos o las series, pero algunos han ido más allá y se han hecho entusiastas de aspectos más serios, como el shinigami, que no es más ni menos que los dioses o seres sobrenaturales que invitan a los seres humanos hacia la muerte. «Si las almas no tuvieran un guía, no llegarían al más allá», explica Verónica Guillén, integrante del grupo Shinigamis de Mallorca, que cuenta con una veintena de miembros. «A todos nos encanta Japón. Yo sólo he podido ir en una ocasión, pero David (Cerdà) y Verónica ya han estado cuatro veces», explica Irene Bonnín, quien luce un llamativo color azul. «Antes llamaba más la atención, ahora ya la gente casi ni lo mira», dice.