Mercè Zoroa muestra una palma meticulosamente elaborada en su floristería de La Rambla. | Julián Aguirre

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Los diez puestos de flores de La Rambla, en Palma, destacan estos días las tradicionales palmas blancas de Semana Santa, un producto que cada año tiene menor demanda. Mercè Zoroa lleva 50 años en el puesto familiar de Flores Mercè y confiesa que «las palmas van a menos de año en año. Y no es que sean caras, pero la gente ya no las compra. Esta tradición se va perdiendo».

Los turistas se paran a mirar estas obras de artesanía y se interesan por su procedencia. Los días previos al Domingo de Ramos son las jornadas de mayor venta, pero se ven pocos en los balcones de las casas.

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Muchas palmas que se venden en Mallorca llegan directamente de Elche, de Viveros La Palmera, que lleva Antonio Navarro, sexta generación de este negocio familiar, a quien precisamente vimos repartir. «Antes venía con dos furgones llenos de género. Ahora vengo con uno y nos sobra espacio». Todos los puestos tienen acordados los mismos precios.

Desde los dos euros que cuestan los pequeños para colocarse en la solapa y decoración para el coche, hasta los 50 euros de los palmones de dos metros y muy trabajados. Los más vendidos son los de cinco euros. También se venden ramas de olivo, más económicas.

Marga y María Sastre son la cuarta generación de Flors Marga. Confiesan que «la gente joven no sigue mucho la tradición de comprar palmas para celebrar el Domingo de Ramos» y que esta antigua tradición va perdiendo adeptos.