Detalle de un cartel publicitario del siglo XIX sobre la ensaimada en México. | Colección Ephemera de la Biblioteca Nacional de España

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La Biblioteca Nacional de México acaba de poner a disposición de los investigadores una ingente cantidad de periódicos de finales del siglo XIX (’La Voz de México’, ‘La Opinión, ‘El Porvenir’ entre otros) en los que no faltan referencias a típicos productos gastronómicos mallorquines, como la sobrasada.

El líquido balear más apreciado por los mexicanos del siglo XIX era el anisado de Mallorca (’herbes mallorquines’) de primera clase que otras veces se anunciaba como ‘anisado de Mallorca legítimo’ porque había entonces muchas falsificaciones de tan famoso licor, como las había de ‘sobrassada’. De hecho, en la que llegaba de Mallorca a México se incluía en la etiqueta la palabra ‘legítima’.

En 1870, nuestras ‘herbes’ se vendían en la tienda de ultramarinos ‘La Ciudad de México’ que estaba al lado de la calle de San Francisco, en pleno centro o bajos de uno de los mejores hoteles de la ciudad, el ‘Gran Sociedad’. Otros productos que se vendían en esta tienda gourmet eran champiñones de París, vinagre de Castilla, ostiones frescos de Baltimore o pasas de Málaga.

El mismo anisado mallorquín se vendía también en ‘La Integral’ (1851), ultramarino emplazado en la segunda calle del Reloj. Compartía escaparate con otros licorcillos más bien de sacristía, como las ‘lágrimas de Cristo’ o el ‘pajarete dulce’. Nuestro anisado asimismo se despachaba en ‘El Correo de Ultramar’ (1866), calle de la Moneda, tienda con un «gran surtido de comestibles, latería fina, vinos y licores»; y también en La Mariscala (1867), calle San Andrés -especialistas en ciruelas de Burdeos y mostaza inglesa-, y en La Papelería, esquina del Puente de Jesús. Estamos en 1866.

En la calle del Reloj estaba la Salchichería Española (1899) en la que despachaban ‘sobrassada’. Había comerciantes que recibían cajas de estos embutidos procedentes de Mallorca que luego distribuían en las tiendas de delicatessen del Distrito Federal, como la de un tal B. Salazar, que en 1844 recibió varias partidas.

Receta de la ensaimada

En el periódico ‘El Informador de Guadalajara’ (Jalisco) se publicó en 1920 la receta de la ensaimada. Comienza así: «En un recipiente de hierro bañado o de loza se pone un kilo de harina, 200 gramos de azúcar en polvo y 500 de levadura de pan y doce huevos». Y termina de este modo: «Cuando se levantan las ensaimadas se las dora con un pincel mojado en yema de huevo».