El cantante de Papa Topo, en su trabajo en el horno familiar del Fornet de la Soca. | Alejandro Sepúlveda

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Despacha a los clientes vestido con un polo rojo, abotonado hasta arriba, y un delantal de rayas. Adrià, hijo de Tomeu Arbona, propietario del Fornet de la Soca (antiguo Forn des Teatre), no para de atender a turistas y locales durante su jornada laboral, de lunes a viernes, en el horno centenario situado en el número 9 de la plaza Weyler de Palma. Los fines de semana suele viajar a Barcelona para ensayar y tocar con su grupo, Papa Topo. Del 12 al 17 de octubre estará de gira por Sudamérica, donde tiene numerosos seguidores.

En el Fornet de la Soca, decorado con muebles y objetos antiguos, no suena su música. «Me da mucha vergüenza», admite Adrià Arbona, que cambia de canción cuando se cuela alguna de Papa Topo en la lista de reproducción.

El cantante dedicó un tema en mallorquín a su abuela Joana en el primer disco, Ópalo negro. «La escribí poco después de que muriera. Habla de recuerdos que tengo de mi abuela, que enseñó todo a mi padre. Era muy buena cocinera, le daba mucha importancia. Con mi familia, cuando viajamos, lo único que pensamos es dónde vamos a comer, es un tema omnipresente».

El músico sale del horno a las cuatro de la tarde y regresa a su domicilio en Binissalem. «Me encierro en mi habitación y me pongo a componer canciones».

María José Orero, su madre, también trabaja en el Fornet de la Soca. Vendía discos y merchandising de Papa Topo en el anterior local, más pequeño, en la calle Sant Jaume de Palma.