Miembros de la ‘colla’ Realment Cremats, fundada en 2011, en la explanada donde suelen realizar los talleres. | Jaume Morey

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Ultiman sus máscaras en una vivienda de Establiments. Cada una de las 35 con las que cubren su rostro y cabeza corresponden a cada uno de los rostros de los integrantes de la colla Realment Cremats, fundada en 2011 con la idea dinamizar la barriada de Es Secar de La Real. Es una de las colles que existen en Palma junto a Enfocats, Kinfumfà, Es Drac de Na Coca, Endimoniats y Dimonis Trabucats, Trafoc y Drac de Sant Jordi. Es tiempo de dimonis, de correfocs y de fuego, es tiempo de Sant Antoni y Sant Sebastià. En Mallorca hay cerca de 30 colles federadas en la Federació de Dimonis, Diables i Bèsties de Foc de les Illes Balears, creada como un frente común del mundo y la cultura del fuego. Formar parte de una colla requiere una inversión y, esencialmente ganas, muchas ganas. También la participación en cursos, crear previamente una asociación cultural, la contratación de seguros civiles, nociones para hacer una máscara, tiempo e ilusión. Cada una tiene sus motivos, su indumentaria, sus ?juguetes?, sus máscaras y sus gritos. La más joven de Palma es Dimonis Trabucats, constituida en junio de 2016 por diez personas procedentes de otra.

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Con más años de experiencia se encuentra Realment Cremats, creada en 2011, con el monasterio de Sant Bernat como centro de operaciones. Realment Cremats está inspirada en los monjes de la Orden del Císter, orden monástica fundadora del Monasterio de La Real. A diferencia de los monjes, los dimonis visten con túnica roja pintada a mano. «Las máscaras son de fibra de vidrio, creadas individualmente por cada dimoni. Se realiza el molde de nuestro rostro con yeso. Una vez seco, le ponemos fibra. Después se liman asperezas, se le coloca caucho en su interior y los cuernos. Por último, la piel, que nos protege de las espiras del fuego» afirma Agustí Barceló, miembro del grupo.

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Cerca de la calle Francesc Martí Mora se encuentra el local de Trabucats. Integran la colla cerca de 30 personas ?guiadas? por David Fernández, uno de sus socios fundadores. Optaron por dejar de lado la imagen del ?demonio oscuro? y decidieron vestirse siguiendo el canon de los bandoleros o piratas del siglo XVII, aprovechando la lucha entre los barrios de Canamunt y Canavall. «Nosotros asumimos todos los costes. Las máscaras las hicimos poco a poco (en un mes y medio puedes tener una hecha), siguiendo las indicaciones de los que ya sabíamos algo. Domina el color gris. Después, cada uno se pone lo que quiere: muñequeras, picarols... Intentamos reunirnos cada semana, pero es muy complicado por tema de trabajo. No tenemos batucada y no pedimos subvenciones, con las cuotas de los socios nos mantenemos», afirma David Fernández. Tienen un grito de guerra: Trabucats, a porgar fum¡, que repiten al principio y al final. Adoran la cultura del fuego.