El fuerte viento le jugó una mala pasada a Benedicto XVI nada más llegar al aeropuerto de Colonia-Bonn.

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EUROPA PRESS-BERLÍN
Más de 400.000 jóvenes peregrinos llegados de unos 200 países recibieron ayer en Colonia al Papa Benedicto XVI, que participa desde ayer y hasta este domingo en la XX Jornada Mundial de la Juventud, en su primer viaje como Papa, precisamente a su país natal, y en su primer gran encuentro con los jóvenes, uno de los grupos más queridos de su antecesor Juan Pablo II.

Pero el principal acto de la jornada fue su discurso a bordo de una barcaza sobre el río Rhin, por el que navegó 10 kilómetros acompañado de unos sesenta jóvenes vestidos con trajes regionales de todo el mundo y escoltado por otros cinco barcos en los que se desplazaban más jóvenes y unos 40 obispos y cardenales. Una orquesta a bordo con un coro tocó durante el trayecto y los jóvenes entonaron cantos y el ya tradicional «Be-ne-detto», en italiano.

Benedicto XVI llegó al aeropuerto de Colonia-Bonn sobre las 12:00 horas, y allí le recibieron el presidente, Horst Koehler, y el canciller, Gerhard Schroeder. Allí mismo, el Papa destacó que la JMJ será un evento importante para avanzar por un camino de «diálogo y cooperación», dado que su programa incluye reuniones con representantes de otras confesiones religiosas.

Al llegar al embarcadero de Poller Rheinwiesen, el Papa pidió a los jóvenes en su discurso que se esfuercen por «servir sin reservas a Cristo, cueste lo que cueste». Durante su mensaje, leído por el mismo Pontífice en idiomas diferentes (alternando párrafos en alemán, inglés, francés, español e italiano), saludó especialmente a los jóvenes «venidos de Oriente, que esperan, sin saberlo, que aparezca en su cielo la estrella que los conduzca a Cristo» y a los que «no han recibido el bautismo».