El comportamiento del príncipe Harry ha causado revuelo e indignación.

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El príncipe Carlos de Inglaterra obligó a su hijo Enrique a trabajar durante unos días en su granja familiar de Highgrove (oeste de Inglaterra) como castigo por acudir disfrazado de nazi a una fiesta de cumpleaños.

El palacio de Buckingham se limitó a decir que «el príncipe Harry está ocupado en una serie de actividades privadas, antes de su próximo ingreso en la academia militar de Sandhurst».

El príncipe Enrique tuvo que limpiar las pocilgas, ayudar a cuidar el ganado y trabajar en los huertos de zanahorias y cebollas, bajo las instrucciones del encargado de la granja, David Wilson, según aseguraba ayer el diario sensacionalista «The Sun».

Con estos «trabajos honestos» el heredero de la Corona británica pretende que su hijo pequeño «siente la cabeza» y deje de causar problemas al tiempo que colabora en labores útiles, afirma el tabloide.

El diario de centroizquierda cita entre los amigos del príncipe a Mark Tomlison, que ayer debía comparecer ante la justicia británica, por haber perturbado el Parlamento en el otoño boreal pasado, en una manifestación contra la prohibición de la caza del zorro.

«Todos son terriblemente exigentes y groseros. Y Harry es uno de los peores», reportó The Guardian.

Este castigo no ha sido la única consecuencia de la aparición del príncipe disfrazado de nazi, que la semana pasada causó una seria polémica en el Reino Unido y en gran parte del mundo.

La Cámara de los Comunes anunció que someterá a un riguroso análisis a los asesores de los príncipes Guillermo y Enrique el próximo mes, según recogió ayer el periódico británico «The Times». El secretario del príncipe de Gales, sir Michael Peat, explicará en el Comité de Asuntos Públicos cuáles son los procedimientos que la Casa Real sigue a la hora de escoger a las personas encargadas de asesorar a los príncipes.