Sampedro, en una fotografía tomada en 1993, cinco años antes de su muerte.

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El último eslabón de la vida de Ramón Sampedro quedó ayer desvelado para la opinión pública cuando su amiga Ramona Maneiro confesó haber sido ella la que le proporcionó el cianuro para facilitarle la muerte, tal y como él quería. Con la vida del tetrapléjico y la eutanasia de plena actualidad gracias a la película de Alejandro Amenábar 'Mar adentro', Maneiro ahora se cuestiona si ese método fue el mejor porque «sufrió».

La confesión de Ramona Maneiro cierra el capítulo de Sampedro, sobre el que pesaba el misterio de quién le había ayudado a conseguir la muerte digna por la que tanto había luchado desde su larga tetraplejia. Sampedro, que nació en 1943, perdió la movilidad de las extremidades debido a un accidente cuando aún no había cumplido los 30 años y pasó casi tres décadas en una cama.

Llegó incluso al Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo para solicitar esta asistencia, petición que le fue denegada. En 1998, una persona hasta ayer anónima le ayudó a morir dándole cianuro en un vaso de agua con una pajita. Su amiga Ramona Maneiro reconoció haber sido la mano que necesitaba; una confesión que hace «para que dejen de especular».

Así, contó que le puso la cantidad de agua con cianuro que le solicitó, le puso la pajita y le colocó el vaso donde él quería. No obstante, Maneiro lamentó que el tetrapléjico no tuviera «la muerte ideal de la que hablaba tanto» debido al sistema elegido, porque cree que seguramente sufrió en sus últimos momentos. Ella permaneció en todo momento detrás de la cámara. Previamente Sampedro se había despedido de una serie de personas a las que les había dicho «que se marchaba de viaje».

Maneiro contó que no pudo soportar presenciar los últimos momentos de la vida de Sampedro y tuvo que salir de la habitación. «Yo estaba detrás de la cámara, y hasta que me miraba y nos mirábamos estuve allí. Yo pensaba que al cerrar los ojos se dormiría, como siempre se pensó», relató.