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El Papa dijo ayer que «Dios nunca nos abandona», a pesar de la existencia de catástrofes como el reciente maremoto que ha afectado gravemente a varios países del sudeste asiático. Antes de dirigir ayer el rezo del ángelus en la Plaza de San Pedro ante miles de fieles, Juan Pablo II volvió a aludir al drama padecido por esos países asiáticos y a la conmoción con que se vive en todo el mundo.