La Filarmónica de Viena no interpretó la tradicional Marcha de Radetzky, como homenaje a las víctimas.

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Las celebraciones por el Año Nuevo en todo el mundo se transformaron en una plegaria por las víctimas del maremoto que asoló hace casi una semana las costas del sudeste asiático y que, según Naciones Unidas, llegan a 150.000.

Centenares de tailandeses y turistas extranjeros iluminaron de forma espontánea las calles de Pukhet, en el sur de Tailandia, la última noche del año. El luto se extendió también a Bangkok, la capital del país, donde las autoridades suspendieron todas las celebraciones previstas para recibir al 2005. Una medida similar se aplicó en Indonesia.

Las mezquitas malasias fueron un lugar de recogimiento, en las que además se recogieron fondos dirigidos a las víctimas y familias afectadas por el desastre. En la India, varios Gobiernos regionales, incluso algunos de Estados que no fueron afectados por los maremotos, cancelaron las celebraciones oficiales del Nuevo Año, como un gesto de solidaridad con los afectados y las familias de los víctimas.

Nueva York recibió con la habitual algarabía el nuevo año, pero antes de despedir el 2004 dedicó un minuto de silencio a las víctimas del seísmo que ha devastado el sudeste asiático. Los habitantes de la ciudad australiana de Sydney despidieron el Año Viejo con un minuto de silencio por las víctimas del terremoto.