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Al menos trece inmigrantes africanos murieron en la última tragedia en aguas del sur de Italia, mientras los quince supervivientes aseguraron que durante la travesía más de medio centenar de cadáveres fueron arrojados al mar. La historia se repite en el Canal de Sicilia, un brazo del Mediterráneo de apenas 100 kilómetros de ancho que separa Africa de Europa y que ya ha sido testigo en numerosas ocasiones de naufragios masivos, llamados a terminar pronto en el olvido.

«Cuando nos acercamos al barco a la deriva, que parecía vacío, vimos una escena del infierno: los cuerpos estaban amontonados y sólo sobresalían algunos brazos que se elevaban con dificultad pidiendo ayuda», explicó este capitán de 34 años.

El episodio que conmocionó ayer a la opinión pública ha dejado, junto a la cifra provisional de muertos, todos ellos somalíes, una imagen dantesca de la nave a la deriva, narrada por el capitán del pesquero «Santa Ana», Stefano Valfre, que la halló en la noche del domingo frente a la isla de Lampedusa.

La desgarradora visión también la pudieron grabar en sus retinas los guardacostas y los miembros de la Marina Militar que remolcaron el barco hasta el puerto.

Trece cadáveres y quince supervivientes, entre ellos una mujer que está en coma, fue el recuento inicial de la tragedia, pero los primeros testimonios de los que salvaron la vida hablan de otros 50 o 60 muertos que se quedaron por el camino.