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Diane Pretty, una mujer británica de 47 años y en estado terminal por una incurable enfermedad neuronal motora, ganó ayer su primera batalla legal para conseguir que su marido le ayude a poner fin a su vida. Un tribunal británico le concedió ayer permiso para apelar contra la reciente decisión del director de la Fiscalía Pública, David Calvert-Smith, quien, a partir de la Ley de Suicidio de 1961, ha recalcado que no puede garantizar que su marido, Brian Pretty, no sea procesado si ayuda a su esposa a morir.

Pretty, madre de dos hijos, argumenta que su calidad de vida es nula y considera que la decisión de Calvert-Smith supone condenarla a una vida totalmente inhumana. Respaldada por diversos organismos, Pretty sostiene que su situación y la postura de Calvert-Smith contravienen la Convención Europea de Derechos Humanos. El juez Stephen Silber, quien concedió el permiso para recurrir, calificó el caso de «trágico». «He tenido el beneficio de, no sólo escuchar los argumentos orales, sino los escritos.

Después de considerar los argumentos, he llegado a la conclusión de que se debe facilitar el permiso solicitado» para apelar, subrayó el juez. El abogado de la enferma, Philip Havers, dijo hoy que el estado de salud de su cliente se «ha deteriorado rápidamente desde el año pasado, cuando quedó postrada en una silla de ruedas. Está ansiosa por evitar el estrés y la indignidad que tendrá que afrontar si se permite que la enfermedad siga su curso».