En la fotografía, algunas de las vacas de más de 30 meses sacrificadas en la Garrotxa (Girona).

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Mediante esta nueva norma, la valorización energética se aplicará a las harinas transformadas que ya no contienen ningún agente contaminante y a las harinas que no tengan la consideración de materiales especificados de riesgo (no MER), por lo que pueden ser gestionadas como residuos no peligrosos. La valorización se producirá en hornos de industrias cementeras o de productos cerámicos o en centrales térmicas, que podrán utilizar las harinas como combustible dentro de su proceso industrial, sin necesidad de la autorización administrativa que, hasta ahora, debía expedir la correspondiente autonomía. No obstante, las CC AA que lo consideren oportuno podrán continuar exigiendo la citada autorización.

En todo caso, el proceso de valorización deberá realizarse cumpliendo las cantidades máximas de harinas que marca esta nueva disposición: 10% de la capacidad de producción total en el caso de las cementeras o las fábricas de productos cerámicos; en el caso de las térmicas, el cinco por ciento de la energía generada, si la central utiliza combustibles fósiles, y el 10% cuando utiliza residuos como combustible.

Además, la norma establece la necesidad de cumplir todas las medidas en materia de contaminación atmosférica establecidas en la legislación de protección del ambiente atmosférico, así como el condicionado específico que se les haya impuesto en la autorización de funcionamiento. Las instalaciones que ya cuenten con la preceptiva licencia de actividad no precisarán de una nueva licencia ni de una revisión de la ya existente, por entender que estos cambios no suponen una modificación sustancial de la instalación.

Además, posibilita que las CC AA que lo deseen puedan extender esta norma a otras instalaciones industriales distintas a las cementeras, industrias cerámicas y centrales térmicas, como los altos hornos. Asimismo, también lo podrán aplicar a la valorización energética de las grasas animales que se extraigan en el proceso de transformación de los tejidos animales en harinas. Todo ello, en su caso, cumpliendo con las exigencias medioambientales. Desde el punto de vista ambiental y de la salud, la valorización energética en estas instalaciones «no supone ningún tipo de riesgo».