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RAFAEL CAÑAS - EFE Bill Clinton lava su limusina con una manguera, mete su ropa en la lavadora, hace de telefonista en la Casa Blanca... ¿Es la realidad?. Al menos es lo que el presidente de EE UU cree que puede ocurrirle en los últimos meses de su mandato.

A pesar de que aún le quedan ocho meses al frente de la Casa Blanca, Clinton comienza ya a aparecer en despedidas, y entre bromas y chistes, a hablar cada vez más de lo que será su vida cuando deje la presidencia.

El presidente asistió el sábado por la noche a la última cena anual con los corresponsales de prensa de la Casa Blanca. Clinton aprovechó para exhibir sus dotes comunicativas y lanzar dardos envenenados contra amigos y enemigos políticos, y, como buen cómico, no dejó de burlarse ni de sí mismo ante unos 2.600 periodistas, políticos y famosos.

El plato fuerte que presentó fue el vídeo protagonizado por el propio Clinton, y en el que se escenifica cómo serán sus últimos meses en la Casa Blanca, un período en el que, dice la tradición, a los presidentes salientes no les hace caso nadie, porque apenas pintan nada.

Abandonado e ignorado por todos, Clinton apareció ofreciendo una conferencia de prensa a una única periodista (quien por cierto se había dormido), lavando la ropa y haciendo de telefonista de la Casa Blanca, limpiando su limusina con una manguera y viendo la película «101 dálmatas» acompañando sólo por su perro «Buddy».

Con la primera dama de campaña electoral, el presidente corre tras el coche de su esposa para que no se olvide llevar el almuerzo al trabajo, y, aburrido, acaba jugando a la guerra de barquitos con el jefe del Estado Mayor Conjunto en la sala de crisis de la Casa Blanca.