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El nuevo escándalo agroalimentario francés ha hecho crecer la presión sobre la Unión Europea (UE) para que imponga estrictas reglas éticas que protejan la calidad de los productos y la salud de los consumidores. Tras la grave crisis de la dioxina en el sector de la alimentación animal en Bélgica, le toca ahora el turno a Francia, donde la prensa ha revelado que durante años, cerdos y aves fueron nutridos con piensos en los que se utilizaban lodos que contenían excrementos humanos.

Estos lodos pueden contener metales pesados, dioxina, antibióticos o bacterias resistentes que pueden dañar los sistemas orgánicos del hombre, del cerebro al corazón y de los músculos a los nervios, advirtieron los expertos. La voz de alarma se ha extendido de nuevo en Europa, donde los escándalos se multiplican por las prácticas sin control que usaban industriales, ganaderos o agricultores en la cadena alimentaria.

La Comisión Europa ha pedido explicaciones a Francia tras el revuelo causado por el reportaje de la televisión alemana, pero no reaccionó el pasado junio cuando el semanario satírico francés «Le Canard Enchainé» desveló las graves anomalías en la fabricación de piensos para animales. Funcionarios de esta institución reconocieron que la lista de ingredientes prohibidos en la alimentación animal en 1991 tiene lagunas, entre las que citaron el olvido de los aceites de motor.