Casi cada año se produce una catástrofe ecológica en el mundo por accidentes en las minas.

TW
0
OTR PRESS - SEVILLA Hoy se cumple un año desde que en la madrugada del día 25 de abril de 1998, en la explotación minera propiedad de la empresa sueca Boliden Apirsa, situada en la localidad sevillana de Aznalcóllar, se abriera una brecha de 50 metros de anchura en la balsa de residuos mineros. De esta forma, un total de 4'5 millones de metros cúbicos de residuos tóxicos, constituidos por lodos de pirita y agua ácida, con una alta concentración de metales pesados, inundaron el río Guadiamar, principal aporte hídrico del Parque Nacional de Doñana.

Las administraciones se muestran optimistas por el desarrollo de los trabajos de rescate y ven cumplidas sus expectativas basadas en la conclusión de la limpieza de la zona en el mes de octubre, antes de que las lluvias de otoño agravaran la situación creada por la riada tóxica. Mientras, el proceso judicial se encuentra a la espera de la llegada del informe oficial sobre las causas que provocaron la rotura.

Así, el Gobierno central y la Junta de Andalucía coinciden en afirmar que los trabajos de recuperación de la zona han afrontado con «eficacia» y «éxito». De esta forma, para el consejero andaluz de Medio Ambiente, José Luis Blanco, la riada ha provocado la «mayor catástrofe» medioambiental ocurrida en Andalucía que «ha tenido una respuesta urgente y eficaz» por parte de la administración autonómica en coordinación con el resto de administraciones.

Sin embargo, la secretaria federal de Medio Ambiente de Izquierda Unida, Concha Denche, consideró que la catástrofe ecológica provocada por el vertido de minas de Aznalcóllar «no ha dejado de serlo» pese a que, a su juicio, «se haya extendido el efecto placebo, que insiste en mostrar la imagen irreal de que el problema se ha resuelto y sin secuelas».