¿Cómo se enfrascó en la Colla de Dimonis?
—Toda la vida he vivido de cerca las fiestas de Sant Antoni. Desde bien niño. En aquel entonces no te decían quieres venir. Te decían: ven. Y como nos conocíamos con el ‘Baciner’ me dijo tienes que venir y fui. Era el año 1991.
Ese año bailó como Dimoni. Debe ser la única persona que ha hecho de dimoni y también de santo...
—Creo que sí. Hay muchas cosas que creo que fui el primero en hacer. Como que unas niñas vinieron a darme un beso. A la careta de dimoni, claro (bromea). Cuando yo empecé como Sant Antoni también lo hizo Toni Puig como Dimoni Gros. Entre todos conseguimos que los jóvenes se acercaran a los dimonis y a la fiesta. Antes las fiestas eran para mayores.
Antaño decían que esta fiesta de Sant Antoni era cosa de ‘payeses’ y ahora hay que poner aforo en la Concòrdia....
— Es verdad que antes no había casi gente. Detrás de los dimonis había no más de cinco o seis personas. Cuando empecé en 1991 Antoni Puig no pudo venir porque todavía estudiaba y por eso bailé de dimoni. Luego, cuando él se incorporó, yo pasé a encarnar a Sant Antoni. Era el año 1994 y hasta el año pasado.
Algunos dicen que ‘Aleixos’ y ‘Pasturetes’ han mantenido viva la fiesta... ¿Está de acuerdo?
—Sí, en cierta manera. Sobretodo l’amo Aleix y su hijo. Si l’amo Aleix no hubiera cogido las riendas, hoy tal vez no existiría.
El año pasado solo salió durante las Beneïdes. ¿Por qué decide retirarse?
—Quisiera ser Sant Antoni cien años más, pero no lo puedo ser porque el tiempo pasa. No estoy triste de dejarlo porque hay relevo. Estoy contento que haya este relevo de generaciones más jóvenes que quieran hacer de Sant Antoni. Evidentemente todos quisiéramos ser eternos, pero no lo podemos ser. Por otra parte, en las Beneïdes siempre me gusta hacer la vuelta andando y siempre lo he hecho, hasta el año pasado. Era una manera de ver a personas que, tal vez, solo las veía una vez al año: el día de Sant Antoni.
¿Como cree que ha cambiado la fiesta?
—Ha cambiado para bien. Ahora van salen a la calle abuelos, padres y niños. Todo el mundo. Y las personas que se desmandan un poco, no viene detrás de los dimonis. Los que nos vienen detrás, cumplen las normas y saben el protocolo a seguir.
¿No considera pues que Sant Antoni haya quedado masificado?
—Hay mucho trui porque el pueblo es muy grande. Pero todo el mundo respeta la fiesta. Una de las imágenes que siempre me ha gustado es, el día de la Revetlla, cuando la Colla camina por la avenida del Tren, girarme y ver todas las personas que nos viene detrás y siguen a la Coll es un orgullo.
¿Fue un acierto quitar el camión y hacer la vuelta caminando?
— Sí, porque dentro del camión ya no se cabía y teníamos miedo que no hubiera ningún percance. Hacer la ‘vuelta’ caminado el pueblo hace más fiesta.
Su predecesor como Sant Antoni, l’amo en Pep, ¿le dio alguna recomendación?
—No. Solo Aleix, que era el baciner, me dijo que llevara unos buenos zapatos porque el santo siempre tiene frío en los pies. Por eso soy el primer Sant Antoni que lleva botas, siempre he estrenado unas el día de la fiesta. Un zapato reforzado no solo para no tener frío sino también para evitar pisotones.
Siempre se habla de los dimonis. ¿Cree usted que la figura de Sant Antoni es respetada?
— No es tan respetada como en tiempo de nuestros abuelos. No se tiene esa devoción, aunque a día de hoy la comunidad latinoamericana tienen gran fe en Sant Antoni.
La Colla de dimonis siempre ha salido, incluso con nieve... Pero hubo un parón obligado por el Coronavirus. ¿Como lo recuerda?
— Recuerdo las Completes a puerta cerrada. Hay que decir que nosotros siempre hemos sido voluntariosos. El año que nevó, me dolió que se suspendieran las Beneïdes ¡Y no fue por nosotros! Fue por las personas de coll fort que están sobre el catafalco. Nosotros por la tarde salimos, fuimos hasta el hipódromo y hacía nieve.
3 comentarios
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Ja no és sa festa de Sant Antoni és sa del dimoni
Visca Sant Antoni, visca la terra
Ufff que difícil deu ser aconseguir que es joves vagin a una festa. No se pot comparar amb lo fàcil que es que vagin a fer feina.