La sentencia del Supremo libra a Kühn de paso de sus deudas. En la imagen, junto a su mujer, Norma Duval. | IG

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Como agua de mayo. La indemnización millonaria que recibirá el empresario alemán Matthias Kühn supone una inyección de liquidez que salda de un plumazo los problemas financieros de sus empresas. En el año 2016 nueve de las sociedades del empresario alemán se declararon en concurso de acreedores, entre ellas Birdie Son Vida S.L., que es la titular de los derechos de Multa que han desencadenado la condena al Govern. Desde entonces, el juzgado de lo Mercantil 1 de Palma ha tramitado los procedimientos que han terminado en varias liquidaciones de sociedades después de abonar parte de la deuda. Ahora mismo, la deuda de estas mercantiles con sus acreedores ronda los cuatro millones de euros.

El concurso de Birdie estaba aparcado a la espera de que se resolviera este procedimiento judicial. La compensación por no poder construir sobra para pagar a todos los acreedores y, una vez solventado ese trámite, Kühn recuperará el control pleno de la sociedad con más de 90 millones de euros aún en su haber que el empresario podrá gestionar como mejor le convenga.

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El auto del TSJIB daba a la administración un plazo de dos meses para efectuar el pago. Ese reloj comenzará a contar cuando la resolución llegue al Tribunal Superior desde el Supremo, pero ya tiene mucho poco margen de movimiento. La obligación del pago surgen de tres leyes sucesivas: la primera en 2008 desclasificaba el suelo; en 2012 se volvió a permitir construir y en 2017, otra vez que que no. En 2013, ante una primera demanda de Birdie Son Vida, representada por el abogado Miguel Ramis de Ayreflor, el Govern alcanzó un acuerdo: con el cambio legal la reclamación perdía objeto. Sin embargo, la ley de 2017 convierte ese pacto en imposible de cumplir y obliga al pago.

Kühn adquirió el suelo del Port d'Soller en 1999 con el proyecto de construir una treintena de mansiones de lujo, una promoción similar a otra que ya había llevado a cabo con éxito en Andratx. Sin embargo, los cambios urbanísticos llevaron a la protección del suelo y, un cuarto de siglo después de la inversión, el empresario tiene recompensa.