Milicianos de Bayo en Punta Amer (Sant Llorenç).

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«Querido tío Santi: Te segaron la vida tan joven, tan solo con dieciocho años. Las guerras hacen mucho daño y los responsables son aquellos que las arman». Así comienza la carta con la que Antoni Campins Pons honrra a su tío Santiago Pons desaparecido en combate en agosto de 1936 en Manacor. El contenido íntegro del escrito forma parte del ‘Memorial de la Palabra’, un proyecto de la Direcció General de Memòria Democràtica desarrollado durante la pandemia para dar voz a la ciudadanía y recuperar la memoria silenciada durante años de las víctimas de la Guerra Civil y la represión franquista.

Hijos, sobrinos, nietos, y bisnietos de las víctimas cuentan en primera persona cómo marcaron a sus familias las desapariciones y el posterior silencio y olvido. «Para nosotros es un espacio que da voz a las víctimas en el que podemos homenajearlos, pero en el que también se puede recuperar del olvido la historia de aquellas víctimas que no tienen familiares. Todos tendríamos que coger el nombre de una de las víctimas y escribir una carta, homenajear a quienes murieron por la libertad», dice Maria Antònia Oliver, presidenta de Memòria per Mallorca.

El testimonio de Antonio Campins Pons ayuda a arrojar luz sobre la historia de las personas que se enrolaron con las tropas republicanas tras el golpe de Estado de 1936. Aunque la mayoría de las víctimas del desembarco de Bayo eran procedentes de Cataluña, también hubo milicianos de Mallorca y Menorca que perdieron la vida en aquél combate, cuyos restos siguen desaparecidos a día de hoy. Este lunes 21 de noviembre han comenzado los trabajos de exhumación en el cementerio de Son Carrió (Sant Llorenç) donde se trata de localizar a algunos de aquellos desaparecidos.

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«Todo empezó cuando te embarcaste con las tropas del capitán Alberto Bayo, las fuerzas leales a la República, desde Mahón, la ciudad que te vio nacer, hacia Mallorca a combatir el fascismo. Mi madre me contaba que para ti, su hermano, era como una aventura, que eras un joven, casi un niño, de carácter dispuesto, alegre y simpático, que siempre tenías una sonrisa en la boca, por eso te ganaste el apodo de Rielletes (Risitas): Tu querida hermana Rosa decía que yo me parecía mucho a ti, también somos de la broma y me gusta mucho reír; tenías la piel clara y pecosa como yo, siempre repetía que yo le recordaba mucho a ti. Te quería tanto tu hermana... eras la alegría de la casa. Sufrió mucho tu ausencia forzosa y yo sin haberte conocido también. No tuviste ni tiempo para casarte ni para tener hijos, pero sí que dejaste una familia que te quería, con sus recuerdos y así me lo transmitió ella», dice el sobrino de Santiago Pons en la carta que forma parte del memorial.

Antoni Campins Pons recuerda como un día, tras perder la pista de su tío, un compañero de trinchera contactó con la hermana del fallecido y le contó su tráfico final: «Estabais en el frente, parapetados en Porto Cristo, combatiendo a los fascistas. Agosto en Mallorca y hora punta, con un sol de justicia, tenías sed y no escuchaste la voz de peligro de tu compañero que te decía que no te levantaras. Tú, sin experiencia y con la inconsciencia de tu juventud, sin ver el peligro no te lo pensaste dos veces, te levantaste para ir a beber; una bala asesina te segó la vida en un instante y la alegría de la casa se fue».

«Todo fue tan triste e injusto... durante mucho tiempo no se podía ni hablar ni reclamar nada; pero yo no he olvidado lo que mi madre me contó y hoy, en honor a ella, tomo de nuevo su voz y te recuerdo como ella me enseñó. Aquí, públicamente, quiero rescatarte del olvido», concluye la misiva.