Aina Moroms, en su estudio de Consell.

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Aina Alzamora (Consell, 1993) y conocida en el mundo de la moda como Aina Moroms, se formó en la Escola de Disseny de les Illes Balears. Un doble postgrado de Vestuario de artes escénicas y Publicidad de moda en Barcelona llevaron su carrera profesional hacia el campo del diseño de vestuarios, aunque no ha renunciado a sacar a desfilar sus propias colecciones de moda y a montar un taller de costura en la possessió de Son Manyes, donde enseña a coser a niñas y adultas. Ha trabajado a las órdenes del dramaturgo y escenógrafo americano Robert Wilson en su versión de Ubú, de Alfred Jarry, estrenada a nivel mundial en Es Baluard. Un vestuario confeccionado con hojas de papel de Ultima Hora que debían resistir cada función.

¿Cómo fue trabajar de la mano de Robert Wilson en Ubú?
—Fue todo un reto porque se trata de un dramaturgo muy importante a nivel mundial y también exigente. Tras trabajar con él en la residencias artísticas del Museu Es Baluard, tuvimos que ir de gira con él a Montpellier, Barcelona y Weimar (Alemania). Sus condiciones eran que el vestuario de los personajes se tenía que hacer con papel de periódico sin tratar, ni plastificar, todo natural. Había que hacer un poco de ingeniería pero todos los trajes aguantaran hasta seis funciones. Ahora está todo paralizado para 2024, esperemos que en 2025 la gira pueda continuar.

¿Y ahora en qué trabaja?
—Me saqué el máster de profesorado y es mi primer año dando clases de Plástica en el Liceu de Marratxí. Allí me he dado cuenta de que los jóvenes no conocen los oficios que existen en el mundo de la moda, todos quieren ser diseñadores, e intento enseñarles que también hay fotografía, comunicación de moda, creadores de vestuario, ilustradores, creadores de tendencias... es un mundo desconocido para la mayoría. Paralelamente, tengo mi propio taller, Ca na Moroms, donde doy clases a un grupo de niñas entre 8 y 12 años y a otro de adultas. Allí también hago mis colecciones o colaboro con otros diseñadores que vienen a coser o a hacer patrones.

¿Es verdad pues que en Mallorca los artistas no pueden vivir de lo suyo si no tiene otro trabajo?
—Cuesta mucho y tienes que estar dispuesto a a vivir apretado, porque el trabajo artístico está poco valorado, al menos en mi campo. Yo he trabajado como comercial de Nespresso, dependienta de Zara y otros trabajos, y ahora soy profesora. Nos obligan a tener un trabajo estable a parte del creativo.

¿Ha probado suerte fuera?
—Fui finalista en el concurso nacional de Jóvenes Creadores en 2018, y mientras estudiaba en Barcelona trabajé para Custo. Me asusté de lo que es la realidad en el mundo de la pasarela.

¿Cree que el mundo de la moda es tan cruel como parece?
—Respeto mucho el mundo de la moda, pero a veces no me siento cómoda diciendo que soy diseñadora. Lo que vi en ese tiempo es un mundo que va a un ritmo acelerado, elitista y consumista, eso no es sano.

¿Hay alguna pasarela dónde sí le gustaría ver sus creaciones?
—Sí, mi ilusión sería participar en la pasarela 080 de Barcelona, es un propósito que me he marcado antes de 2030. Es más alternativa, algo grunge y gamberra, creo que encajaría mejor. Antes tenías que invertir 20.000 euros para ir a Cibeles, ahora puedes participar apuntándote a un concurso, pero hacer la colección es costoso.

¿El vestuario para producciones le seduce más que la moda?
—Sí, estoy más metida en el vestuario para teatro. Aparte de Ubú, estoy trabajando a la vez en otras dos producciones que aún no se han estrenado: Cul de sac, de Mar Fiol y La nit just abans dels boscos, de Pau Pascual. Y ahora estoy trabajando junto a la coreógrafa mallorquina Magdalena Garzón en una producción de la que hemos pasado la primera fase y esperamos debutar en diciembre en el Teatre de les Flors, si logramos ganar.

Aún así ha presentado una nueva colección en la Ambvifest. ¿Cómo surgió montar un desfile en Consell?
—Sí, hacía bastante tiempo que no sacaba una colección y con motivo de la Ambvifest me animé a hacerlo. El desfile de moda surgió porque por alguna razón, cuando estudiaba en la Escola de Disseny no nos dejaron hacer un desfile para mostrar nuestro trabajo. Entonces se lo propuse al Ajuntament de Consell y aceptó. Desde entonces lo hacemos, siempre de forma altruista, aunque lleva mucho trabajo. Pero me encanta.

¿Los trajes de ositos de peluche que diseña son cómodos?
—No, son muy pesados (ríe) pero me considero una artista téxtil, más que diseñadora. Creo estos diseños pensados más como una performance.