En Mallorca solo hay tres empresas que hacen 'teles' de manera artesanal. | Aina Borràs

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Tras la aprobación definitiva el pasado lunes, del reglamento europeo que permite proteger la artesanía, los fabricantes de teles de llengües mallorquines han anunciado que solicitarán a la Unión Europea proteger su textil.

Por ello, y tal como permite el nuevo reglamento, pedirán amparar el producto bajo el sello de calidad de Indicación Geográfica Protegida (IGP), una figura que garantiza el origen de confección y que según los fabricantes servirá para «luchar contra las imitaciones y asegurar la calidad».

Así lo explica Biel Riera, quien dirige una de las tres empresas de Mallorca que fabrican teles de llengües, Teixits Riera. Aunque «el proyecto está muy precoz», la idea es «formalizar la petición de la IGP cuanto antes», confirma también la gerente de Teixits Vicens, Cati Vicens. De hecho, ya se han puesto en conctacto con la consellera insular de Cultura i Patrimoni para abordar el tema.

Uno de los requisitos para solicitar la IGP es que lo pida una asociación, un factor que en el caso de los fabricantes de teles no supondrá un impedimento, ya que están asociados desde hace varios años. Este no es el caso de otros gremios artesanos, como el de la cuchillería mallorquina, quienes no se podrían sumar al sello de calidad sin antes asociarse.

El también gerente de Teixtis Vicens, Tomeu Fuster, asegura que «utilizaremos la asociación ya existente para poder comunicar a la administración nuestra voluntad de proteger el tejido y trabajaremos las tres empresas conjuntamente para conseguirlo». Aún así, el empresario recuerda que «se tendrán que revisar los estatutos para comprobar que no haya quedado obsoleta». Además, Fuster destacó que se trata de una «gran ayuda para los clientes, que tendrán una garantía de calidad».

Precisamente los fabricantes lamentan el auge de empresas que elaboran imitaciones de la tela de llengües. «Son empresas de la otra punta del mundo, pero también de Valencia, por ejemplo, y se aprovechan de nuestro esfuerzo y nuestros recursos», critica Fuster.

A pesar de la competencia desleal, los fabricantes explican que el sector está en un buen momento. «Es un producto que no morirá nunca y que tiene sus más y sus menos, pero ahora estamos arriba», asegura Fuster.

Desde Teixits Riera, coinciden. «No es una tela industrial, es una artesanía», destacó Biel Riera quién también añadió que «para hacer una tela de cien metros necesitamos dos meses de trabajo, mientras que ellos lo pueden hacer en tan solo un día».