Por la tarde, los hombres de Ochialí capitaneados en persona por el propio renegado intentaban desembarcar en la playa de Can Generós, donde fueron rechazados por la milicia sollerica. | Pere Bota

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Después de dos años sin Firó, una nueva normativa de armas mucho más restrictiva y el efecto llamada del primer gran evento popular posterior a la supresión de las restricciones sanitarias, dejaban en el aire cierta incertidumbre sobre como se desarrollaría este lunes el simulacro de Sóller. Horas después de su comienzo, cuando el Capità Joan Angelats proclamó la victoria desde el balcón del Ajuntament, las dudas ya hacía un buen rato que se habían despejado: el primer Firó post COVID había sido un gran Firó en el que las ganas de fiesta habían ganado la batalla.

El éxito ya se empezó a intuir a primera hora de la tarde, cuando repicaron las campanas para dar aviso de la llegada de las fustes argelinas a la costa. Una multitud de pagesos y pageses acudieron la llamada y fueron arengadas por el Capità Angelats, flanqueado por el sergent Soler, el veterano de los tercios de Flandes que aquel día de Sant Ponç de 1561 se dejó la piel para organizar la defensa de los habitantes del Valle. Al grito de ‘A la lluita sollerics!, Angelats arengó a la milicia. La plaza Constitució estaba ya hasta los topes de participantes del bando defensor y, a pesar de no haber por primera vez en muchos años ninguna escopeta disparando salvas, los petardos y primeras descargas de trabuco ya garantizaban que uno de los ingredientes principales de la fiesta –el ruido– estaría más que presente.

Sobre las 17:30 de la tarde, los hombres de Ochialí capitaneados en persona por el propio renegado intentaban desembarcar en la playa de Can Generós, donde fueron rechazados por la milicia sollerica. Fue más que una escaramuza y después de un corto, pero duro enfrentamiento a hierro y fuego –y a palos también–, los corsarios pudieron ser rechazados. Un numeroso público presenció esta primera batalla sobre la arena que terminó con el repliegue de los invasores. Poco después conseguirían tomar la playa d’en Repic, desde donde se dirigieron hasta Sóller con la intención de saquear y secuestrar.

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Lucha

El programa del Firó se desarrolló a lo largo de la tarde, casi sin contratiempos. Poco antes de las 19 horas, los invasores fueron de nuevo interceptados por los pagesos y pageses sobre el Pont d’en Barona. La batalla sobre este histórico puente, que ya en el siglo XVI permitía salvar el torrente Major entre Sóller y L’Horta, fue especialmente cruenta, según las crónicas. El por entonces denominado Pont de la Mar formaba parte del camino hacia el núcleo costero, por lo que su defensa era vital para proteger a la población. Pero esta lucha, que perdían los hombres de Angelats, fue solo el preludio de la gran batalla final que históricamente tuvo lugar en el Camp de s’Oca y que, en el simulacro del Firó, es la que se desarrolla en la plaza Constitució.

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En esta ocasión, un férreo sistema de seguridad formado por más de 100 efectivos controlaba los accesos al centro y el aforo a la misma plaza, con una capacidad máxima autorizada de 8.000 personas. Solamente los participantes y asistentes portadores de una acreditación oficial en forma de pulsera podían entrar ayer en el escenario final de la gran batalla. El desarrollo de la fiesta preveía antes de la batalla final que todos los participantes pudieran reponer fuerzas con una copiosa merienda servida por la organización en varios puntos cercanos al centro. Después, ya casi de noche, se celebraría con mucho éxito y emoción el acto final.

Sobre las ocho de la noche un grupo importante de corsarios irrumpía en el principal espacio urbano para proceder al saqueo de la iglesia y a tomar cautivos. Comenzaba así la parte más multitudinaria y tumultuosa del simulacro, una puesta en escena que los colectivos del Firó llevan elaborando y perfeccionando a lo largo de los años.

Después de una intensa batalla y de un cuerpo a cuerpo final entre el capità Angelats (Guillem Coll) y Ochialí (Hipólito Bautista) llegaba por fin la victoria y, con su proclamación, el momento más emotivo del día. El canto de la Balanguera, con todos los personajes históricos y Valentes Dones en el balcón del Ajuntament aclamados por miles de personas, fue un año más el punto culminante del Firó más esperado. Las ganas de fiesta de los sollerics y el respeto a su historia se impusieron un año más.