Los vecinos han denunciado la situación en diversas ocasiones. | Alejandro Sepúlveda

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Los vecinos de la carretera del Puig Major, agrupados bajo la plataforma Indignats MA-10, y que desde hace tiempo vienen denunciando las subidas ilegales de coches y motos por esta carretera, han denunciado la «noche de caos» que sufrieron el pasado viernes. Afirman que por la tarde hubo «continuas idas y venidas de motos trucadas que corrían con gran estridencia en algunos ramos de la carretera». Se trataría una vez más de las famosas ‘subidas’ ilegales a las que ahora se han añadido también coches, que realizan carreras nocturnas, con gran estruendo y peligro. En el caso de este último episodio, los vecinos han denunciado además que avisaron a la Guardia Civil de estas irregularidades a las 18 h pero que los agentes «no se presentaron hasta las tres de la madrugada». Afirman que a esta hora la Guardia Civil se presentó en la explanada del Mirador de ses Barques y «pidió amablemente a los conductores que abandonasen su propósito» dando a entender que no les consta que hubiera ninguna sanción.

En una extensa carta, aseguran que el sábado se repitió el mismo escenario y que cuando se avisó a la Guardia Civil la respuesta es que no había efectivos suficientes porque «habían llegado pateras».

La plataforma no duda en calificar de «degenerados» y «delincuentes» a los participantes y considera que «no sienten ningún respeto, ni por los animales, ni por el paisaje, ni por la vida de las personas, ni siquiera por su vida propia, ya que también la ponen en peligro constantemente». Creen que han conseguido convertir la Serra «en un infierno». El domingo se repitió el escenario «durante todo el día y ni siquiera conseguimos que el 062 nos cogiera el teléfono», afirman.

Los vecinos creen que la limitación de velocidad que aplicó el Consell en algunos tramos a 50 km/h «no ha servido más que para ‘cazar’ a gente normal que sobrepasa por poco este límite, ya que se trata de un tramo recto donde antes se podía ir a 70». Culpan a la Administración de dejadez y concluyen que «la Serra de Tramuntana ya no es ningún patrimonio de nada, sino un paraíso para actos vandálicos permanentes absolutamente fuera de control».