Tanto el decreto del cierre nocturno de las playas como la futura ordenanza de playas y litoral tienen como objetivo común evitar que se haga un mal uso de los arenales, con fiestas que dejan suciedad y una mala imagen de la zona turística. | Lola Olmo

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El Ajuntament de Santa Margalida prohíbe el acceso a las playas del municipio –las de Can Picafort y Son Serra de Marina– entre las 22 horas y las 6 de la mañana. Se da la circunstancia de que este decreto municipal coincide ahora con las restricciones fijadas por el Govern esta semana para evitar los botellones y las reuniones multitudinarias que propician la propagación de la COVID–19.

El alcalde, Joan Monjo, explica que «el pasado 12 de julio firmé un decreto que se anticipaba y era más restrictivo que las medidas generalizadas para Balears, que en aquél momento fijaban el horario de cierre entre la medianoche y las 6 horas».

En realidad, el Govern ya había ordenado el cierre de los parques y playas entre las 22 y las 6 horas el pasado 4 de junio, si bien dos semanas después suavizó esta medida limitando el cierre de estos espacios entre las 00.00 h y las seis.

Blindaje ante el cierre del ocio

Mediante este decreto, las playas de Can Picafort, Son Bauló y Son Serra permanecerán cerradas en horario nocturno hasta nueva orden del alcalde aún si en las próximas semanas el Govern flexibiliza esta medida como fruto de una hipotética mejora de la situación sanitaria en Mallorca, Menorca y Eivissa.

«Lo que hacemos es blindar las playas ante la posibilidad de que la gente se traslade hasta ellas por el adelanto del cierre del ocio nocturno; en Can Picafort tenemos una discoteca, si han de cerrar a la una, es muy probable que los jóvenes se vayan a continuar la fiesta a las playas, y es lo que se quiere evitar», apunta Joan Monjo. La incorporación de un nuevo sargento en la Policía Local, que se había quedado sin jefatura hace unos meses, ha permitido al alcalde aplicar estas medidas.

El cierre nocturno de las playas se ha impuesto vía decreto ante la creciente cifra de contagios de COVID–19, especialmente vinculados a la celebración de fiestas y botellones entre un público joven. Pero el Ayuntamiento de La Vila quiere ir más allá y trabaja en el borrador de su primera ordenanza para regular los usos de las playas y el litoral o zonas rocosas de sus núcleos.

Entre estos usos están el acceso de perros y caballos a las playas; la venta ambulante; la pesca con caña en la orilla o en las rocas; la celebración de acampadas o la instalación de elementos flotantes que puedan causar alguna molestia a los bañistas.

El Ajuntament de Santa Margalida no dispone de ninguna normativa que recoja todas estas situaciones, sino que ante cualquier conflicto que surja en las playas del municipio, tiene que recurrir a lo que esté contemplado en distintas ordenanzas de limpieza, ruidos, etc.