Aspecto que presentaba este sábado es Babo en Portocolom. | Gori Vicens

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Son Serra de Marina (Santa Margalida) fue el primer lugar donde los practicantes del autocaravanismo empezaron a tener dificultades en su afición. Hace ya unos años que allí les está prohibido estacionar sus vehículos en las calles que dan al litoral. Tras Son Serra, Costa de los Pinos (Son Servera), sa Ràpita (Campos) y más recientemente s’Estanyol (Llucmajor) y Cala Agulla (Capdepera). En todos estos lugares las autocaravanas y furgonetas cámper no son bienvenidas. Un parecer que podrían adoptar municipios como Alcúdia y Felanitx, donde su presencia en enclaves naturales de la costa es muy discutida.

La del autocaravanismo es una moda en auge. Cada vez son más las personas que lo practican y el perfil de éstas mucho más heterodoxo. La mayoría cumple y acepta las restricciones municipales, pero también empiezan a ser numerosos quienes las ignoran. Así lo reconoce Miquel Toni Vidal, presidente de la Associació Balear Cultural de Temps Lliure i Autocaravanisme ‘Es Siurell’ (ABACES).

Vidal pide respeto por las limitaciones, aunque también manifiesta que el colectivo que representa se siente «excluido de la sociedad». «Ante la masificación, entendemos las restricciones», afirma Vidal, quien asimismo reclama a las instituciones una solución alternativa. Las prohibiciones no harán desaparecer el caravanismo, un movimiento que, por otra parte, va a más en una Mallorca donde las zonas predilectas para acampar no están preparadas para ello. Además, los que antes iban, por ejemplo, a Cala Agulla, ahora van a otro lado donde es muy probable que se reproduzcan los mismos problemas.

En este sentido, desde ABACES echan en falta una normativa clara para que no queden dudas de dónde pueden estacionar sus vehículos y dónde no. Pero, sobre todo, que en las zonas donde pudiera estacionarse, también se establezca un aforo máximo. «Se trata de regular, no de prohibir», demanda Vidal. Sin normas claras, la gente «hace lo que le sale de las narices». Eso es, estacionar donde sea, extender toldos, sacar mesas y sillas al espacio público, etc. «Como en todo, hay furtivos», lamenta Vidal. Para evitar molestar, piden zonas adaptadas como, sin más pretensiones, la Son Serra. Un solar de quinta línea para nada privilegiado.

«Sólo pedimos áreas habilitadas en las que poder vaciar los depósitos de aguas negras y acceder a limpia. Hay decenas de campos de fútbol municipales en desuso que podrían aprovecharse», sugiere el presidente de ABACES.

En cuanto a la teoría conspirativa que asegura que la ‘persecución’ del autocaravanismo viene instigada desde el sector hotelero, Vidal no considera que eso sea así. «Nunca hemos recibido presiones de los hoteleros, aunque estemos muy condicionados por ellos», sostiene. Preguntados por tales y presuntas presiones, desde la Federación Empresarial Hotelera de Mallorca (FEHM) también las desmienten de forma absoluta. «No están en la agenda de nuestros asociados», concluyen taxativos.