Joan Bonet, ‘de can Viudès’.

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Joan Bonet, ‘de can Viudès’, (Santanyí, 1974) pidió hacerse la foto que ilustra esta entrevista posando sentado en antiguo abeurador del pueblo, donde amenaza con tirar a Àngel Aguiló Palou, influencer desde la red social Twitter sobre una supuesta mallorquinidad desde el punto de vista esencialmente palmesano, llonguet y ciutadà, de quien nuestro protagonista se ha convertido en su reverso en la Part Forana. Al margen del capfico prometido en el viejo abrevadero para animales de tiro, Viudès no se hace a la idea de lo que sería vivir en la red sin Aguiló. En el fondo, se quieren y se necesitan.

Gracias por conceder esta entrevista a Ultima Hora y, sobre todo, a esta sección de Part Forana (así en mayúsculas)
— Eso. Con mayúsculas, como no podría ser de otra manera.

Seremos elegantes y no le invitaré a valorar las presuntas enseñanzas de ese tal Àngel Aguiló Palou, palmesano autoproclamado presidente de la presunta Acadèmia de la Mallorquinitat. Sólo le pido que nos explique por qué Mallorca empieza al otro la de la vía de cintura.
— Porque no sólo es donde se mantiene la esencia de la mallorquinidad, sino porque dudo que en Palma haya existido nunca. No me imagino a un palmesano bañándose en un safareig, ni hace cincuenta años ni ahora, a no ser que sea en la Part Forana. Y hay pocas cosas más mallorquinas que haberse bañado en uno.

Le preguntaba antes por el lugar donde empieza Mallorca, pero de Mallorca no hay sólo una. La carretera de Manacor marca una frontera casi natural entre Mallorca del Norte y Mallorca del Sur. ¿Va siendo hora de dejar las cosas y las diferencias claras?
— Como bien dice la canción Al Sur de la carretera de Manacor de los míticos Murder In The Barn, «aquí abajo el cielo es de otro color». El sur de Mallorca tiene un encanto especial que no tiene el norte. Incluso Rafaella Carrá ya aconsejaba venir al sur para hacer bien el amor. Y aparte de eso, ni los botifarrones hacemos igual. La Mallorca del Sur es el Mediterráneo auténtico y moral y si hubiera de tener una capital, sin duda, debería ser Felanitx y Ca’n Moix su ‘moncloa’.

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Más allá del norte y el sur, están los pueblos de la Serra de Tramuntana, un mundo aparte…
— Sinceramente, en 47 años sólo recuerdo haber estado en Lluc dos veces y nunca he subido al Puig Major. Todo mi respeto para las gentes de la Serra de Tramuntana, pero a mi que no me busquen por allí.

Mi amigo Miquel ‘Fidever’, de Campos, nuestra Alabama, sostiene que, en realidad, el Real Club Deportivo Mallorca «es el Palma». ¿Es el Atlético Baleares verdaderamente el equipo, ya no de la Part Forana, sino de toda Mallorca?
— Antes de responder, recordarle que los Lynyrd Skynyrd también cantaban eso de que en la sureña y dulce Alabama «el cielo siempre es azul». Pero vamos a lo que íbamos, a lo del fútbol. Estoy completamente de acuerdo. No hace tanto tiempo que la Part Forana se sentía más identificada con el Constància de Inca o con el Baleares que con el Mallorca. Incluso jugando en Primera División, conozco gente que se hacía el carnet de socio del Mallorca sólo para poder ver al Barça o al Real Madrid.

El refranero popular asegura que de fora vindrà qui de casa ens treurà, pero aquí el que pela los botifarrones, hace proselitismo de las ensaimadas de crema con chocolate y nueces y ‘rebenta’ el café con hierbas ¡dulces! es el tal Aguiló. ¿Tenemos ya al ‘bárbaro’ en casa?
— Es un desastre de tío. No obstante, si Àngel Aguiló no existiera, habría que inventarlo. Pese a que su presidencia al frente de la Acadèmia de la Mallorquinitat, que él mismo se ha inventado, es un fraude, me lo paso muy bien, me río mucho (más de él, que con él) y con los actos que perpetra reafirma de alguna manera la preponderancia de la Part Forana sobre el sentimiento mallorquín. A los mallorquines nos gustan tanto las animaladas como el criticarlas. Lo primero que hago cada día al despertarme (siempre a las 5 a.m.), antes del truc de rigor en Ca’n Piquer, es mirar que barbaridad ha compartido Àngel el día anterior para meterme con él.

La rivalidad Ciutat–Part Forana es más vieja que el andar a pie, lo que ocurre es que ahora existe Twitter. ¿Hemos perdido ‘mallorquinidad’ en nuestro día a día? ¿Sirven las redes para recuperarla, aún a pesar de Àngel Aguiló y sus tutoriales?
— Las redes han ayudado muchísimo. Hay grupos de Facebook o cuentas de Twitter, como la del manacorí Rafel Perelló, que son imprescindibles para no perder nuestra identidad y poder seguir debatiendo las palmesanadas del autoproclamado presidente de la mallorquinidad. Quien por cierto, sobre todo después del espeluznante tutorial pelando los botifarrones, no sé a qué espera para dimitir. «Aguiló, dimissió!».