Antònia y Joan Gual, de Can Ripoll, explican que los ‘inquers’ han preferido no salir a cenar hoy por la noche. | Juanjo Roig

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La suspensión del Dimecres Bo y el Dijous Bo ha perjudicado a todo el entramado comercial y empresarial de Inca, pero especialmente a los cellers y restaurantes que cada año registran llenazos hasta la bandera.

Las reservas han caído en picado y las restricciones actuales impiden la realización de dos turnos de servicio en la noche de este miércoles y que más de seis comensales se junten en una misma mesa. Estos dos factores, además de la suspensión de la gran feria de Mallorca, han sido los desencadenantes de la situación.

Joan Gual, del Celler Can Ripoll, explica que «tradicionalmente el miércoles es la jornada de los inquers. Al almuerzo vienen muchas empresas mientras que por la noche son las familias y grupos de amigos los que llenan el local». Para hoy tienen prácticamente lleno el mediodía, pero por la noche «mucha gente se ha privado de venir a cenar, porque son personas mayores y por las restricciones horarias».

En Sa Travessa ocurre algo similar. Antonio Gutiérrez puede contar con los dedos de las manos las reservas que se han hecho para hoy, para mañana espera que haya más comensales que un jueves normal. Sobre la cena de esta noche lamenta que «el toque de queda a medianoche no nos permita dar una mayor oferta, pero es lo que hay».

Marga Tomás y Bernardí Matemalas, del Celler Ca’n Marron, esperan trabajar un poco más de lo habitual estos dos días, «pero nada que ver con lo de otros años». Con la reducción del aforo y la suspensión de la feria «hemos decidido abrir para el almuerzo y la cena, de hoy. Mañana tendremos berenar hasta la hora de comer, pero no tendremos abierto por la noche», explica Marga Tomás.

Otro establecimiento que ha sufrido las consecuencias de la pandemia es Can Lau. Según relata Maties Matemales, «casi podemos considerar que serán dos días normales, se nos han caído muchas reservas que teníamos apalabradas».

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Matemales cree que «la limitación a seis comensales por mesa ha provocado que grupos más numerosos hayan desistido, aunque en un principio tenían pensado venir a comer o a cenar sin que se celebrase el Dijous Bo».

Todos los establecimientos han reducido su aforo. Can Ripoll tiene capacidad para 60 comensales (con la terraza incluida), al igual que Sa Travessa. Can Marron puede llegar a los 33 clientes mientras que el límite de Can Lau está en las 70 personas.

Más restaurantes

Este será también el primer Dijous Bo después del cierre del Celler de Ca n’Amer por parte de Tomeu Torrens. Su huella no se ha perdido en Inca, pues mantiene abierto el restaurante S’Àngel.

«Para el miércoles tenemos las sesenta plazas del almuerzo y la cena ya ocupadas, pero para el jueves esperamos que sea como un día normal», subraya Tomeu Torrens. Esta es la misma intención de los demás restauradores, que prefieren no hacerse ilusiones con la jornada de mañana.

Un Dimecres sin feria y un Dijous con el mercado semanal

La suspensión del Dimecres Bo y del Dijous Bo conlleva que no habrá ningún tipo de exposición o evento esta tarde y que mañana solo se celebrará el mercado habitual de los jueves por las calles del centro. Aún así, el Ajuntament acordó el lunes con la Guardia Civil y la Policía Local la puesta en marcha de un dispositivo especial de vigilancia para evitar aglomeraciones de personas en el centro. La presencia de visitantes para esta noche se considera controlada por el toque de queda, pero la afluencia de mañana es una incógnita.