El alcalde, Víctor Martí, dio la bienvenida a los participantes y repartió el trabajo de campo a realizar. | Lucas Ramon Torres

TW
3

La naturaleza sigue su curso y no entiende de crisis sanitarias ni de confinamientos. Por eso, bajo un sol ya veraniego y tras más de dos meses sin verse más allá de las pantallas, ayer una veintena de alumnos del IES Binissalem, padres y madres y personal del Ajuntament se reunieron en el «Bosque comestible» para regar los árboles que habían plantado estudiantes de este centro de secundaria a finales de 2019.

Junto a los cubos y garrafas para apagar la sed de este bosque plantado en el polígono industrial, muy cerca del instituto, los chicos y chicas y sus ayudantes adultos se ataviaron con mascarillas, una medida mucho más llevadera que guardar distancia con los añorados compañeros de clase y de risas juveniles.

Noticias relacionadas

Esta actividad forma parte del programa de Binissalem como «Ciutat Educadora», una alianza internacional de municipios que apuestan por la educación de modo transversal, con la participación de todos los colectivos. El alcalde, Víctor Martí, distribuyó el trabajo y destacó «el compromiso de las ciudades educadoras con la calidad de vida de sus habitantes y con el cuidado del medio ambiente».

El «Bosque comestible ecológico» fue plantado a mediados de diciembre pasado como parte del proyecto educativo de los alumnos de primero y segundo de ESO, cuando nada hacía presagiar que antes de acabar el segundo trimestre, la amenaza de la COVID-19 dejaría las aulas vacías y en silencio. Entre los árboles plantados destacan el algarrobo y los olivos. No fue una elección al azar.

El curso pasado el instituto estrenó los estudios de FP en elaboración de aceites y vinos, y sus alumnos podrán valerse de este bosque para sus prácticas. La semilla de la esperanza está plantada en Binissalem.