Imagen del caracol zurdo de Binissalem que ha muerto. | Redacción

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Tomeu, el caracol zurdo binissalemer, que saltó a la fama hace dos años al entrar a formar parte de un estudio del investigador británico Angus Davinson sobre la genética de los zurdos, murió a finales del pasado mes de agosto.

El cuerpo del animal ha sido congelado a 40 grados bajo cero para futuras investigaciones, mientras que su concha regresará a Mallorca en los próximos días y será exhibida en una urna de metacrilato en la Caragolera de Binissalem. Así lo confirmó ayer su propietario, Miquel Salom.

Tomeu deja dos centenares de hijos, todos diestros. La clave está ahora en saber si entre la siguiente generación habrá algún nieto zurdo. Sus hijos acaban de alcanzar la edad de procrear.

La historia del pequeño caracol binissalemer es un relato de película. El genetista Angus Davison, lanzó una campaña a nivel internacional en octubre de 2016, para buscar un novio zurdo para su caracol bover Jeremy, un ejemplar que se había entregado un científico jubilado del Reino Unido tras encontrarlo en un parque.

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Los caracoles zurdos son una rareza de la naturaleza y solo pueden emparejarse con otros ejemplares zurdos debido a la disposición de sus órganos sexuales. Se calcula que uno entre un millón de caracoles es zurdo. Se les distingue porque forman su concha en el sentido contrario al de las agujas del reloj.

Jeremy, murió hace ahora justo un año, días después de conseguir procrear por primera vez. Para entonces la historia de Jeremy y Tomeu había trascendido fronteras y Angus Davinson comenzó a recibir más ejemplares atípicos. El dúo inicial se había convertido en trío con la incorporación del caracol inglés Lefty, con el que Tomeu ha seguido procreando. Hoy son muchos más.

La investigación del genetista, que trata de revelar el secreto que explica la existencia de los zurdos, ha cobrado tal relevancia que en noviembre de 2017 el semental mallorquín formó parte de una competición internacional para seleccionar a cinco animales raros del mundo para descodificar su genoma. Pese a los numerosos apoyos recibidos, acabó perdiendo frente a un tiburón gato. El lado positivo es que ganó un año de vida porque secuenciarlo requería matarlo.

Nueves meses después Tomeu ha muerto, aparentemente por causas naturales. Tenía cuatro años y medio de edad.