Josep Torrens. | Pere Bota

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Josep Torrens Vallés, propietario del popular celler Can Amer, de Inca, falleció el pasado miércoles a los 87 años.

Nacido en Binissalem el año 1930, se trasladó a Inca en el año 1946 para trabajar con su tío en el celler sa Travessa. En 1963 cogió las riendas de Can Amer –una bodega tradicional de inicios del siglo XVIII– junto a su esposa, Antònia Cantallops, reconocida como una de las mejores cocineras e investigadoras de la gastronomía mallorquina.
Sólo tres años después, en 1966, Torrens y su esposa recibieron el reconocimiento del Ajuntament de Inca por el trabajo de recuperación tanto del local como de la gastronomía autóctona. Fue el primero de una larga serie de galardones, entre los que destacan la Medalla de Plata al Mérito Turístico del Foment del Turisme en 1990; la representación de Balears en el pabellón de España de la Expo de Sevilla de 1992; el premio Coberts de Plata de Ultima Hora en 2006; y el Premi Ramon Llull de 2007, que Torrens recogió por toda una vida dedicada a la gastronomía mallorquina, entre otros.

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Torrens ejerció como jefe de sala del celler hasta su jubilación en 1999. Entonces pasó el testigo a su hijo Tomeu, quien mantiene el cariño por la cocina tradicional a la que aporta ciertas dosis de modernidad. Además, Josep Torrens, como buen binissalemer, tenía otra gran pasión, las viñas y los vinos. En su fina de s'Olivaret de Selva conservaba numerosas variedades autóctonas de la Isla. De s’Olivaret salieron en el año 1997 las cuatro primeras plantas de gorgollasa, recuperadas de cuatro cepas.

Torrens, que fue miembro de la Acadèmia de la Cuina i el Vi de Mallorca, se distinguió a lo largo de su vida por su elegancia, señorío y simpatía.